México no es colonia de nadie

Ciudad de México /

Donald Trump tiene boleándole los cacles a la ultraderecha iberoamericana. Le aplauden todas y cada una de sus amenazas, incluso con más entusiasmo que su fandom local.

Lo de la Opo representada por Kinky Téllez fue muy conmovedor. Ella, como poseída por los demonios de Laura Zapata, anuncia que con ella no cuenten, que no iba a apoyar nunca a la ”presidente” (algo muy ridi como aburrido eso de decirle presidente a la presidenta).

Bueno, la verdad es que de pronto no se sabe quién es el más aguerrido fanático del Agente Naranja, si el vampírico y muy talqueado Javier Milei que era como el payasito de la fiestecita, o Elon Musk que brincaba como Xóchitl en botarga cuando su dios anaranjado anunció que habría una bandera gringa en Marte (¿de Marte de quién?, parecía decir uno de los hijos de Trump avergonzado de la reacción del doño).

Bueno, hay que reconocer que cuando Musk hizo la hitlerseñal sí rompió todos los records. Digo, está bien que hay un espíritu facho en los trumpistas, pero no hay que exagerar. Ya nada más falta que al rato se pinte su bigotito. Mengele, Goebels y el Furer aplauden.

Claro, como mi Elon se veía un poquito desgobernado, su señal parecía más bien una cuatemiña.

Como quiera que sea, la toma de posesión de Trump fue un espectáculo cómico-fársico-medieval, donde el presidente inauguró el numerazo con un comentario para su stand up comedy, “La edad de oro comienza hoy”: Hillary esbozando una sonrisa irónica cuando Donald dijo que le cambiaría el nombre al Golfo de México; el abrazo del voxista Abascal con Milei, que fue como el abrazo de Acatempan entre dos cavernicolitas; Ferriz alegando que la tienen ganada los derechosos porque Verástegui le habla al oído a Trump (sí claro, tan influyente que era con mi lic. Peña); Melania usando su rígido sombrero para impedir que su maridito le diera un beso.

Trump llegó a intimidar al mundo montado en la figura mítica de Luther King de una manera tan mecánica como falsamente sincera. Aranceles, declaración de terroristas a los carteles, persecución de migrantes, kukluklanismo en pleno. Y si Donald hubiera cancelado los tacos al pastor, el prianismo en pleno hubieran corrido por un hot dog. Ya no hacen a los apátridas como antes, cuando fueron a Miramar por Maximiliano hubo un poquito más de dignidad.

A Trump solo le faltó decir como Terminator llegando a una cantina: ¡Ya llegó su padre! Y que alguien le responda como la presidenta: “México no es colonia de nadie”.


  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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