Pues según CNN, científicos estudian a Ozzy Osbourne, ex cantante de Black Sabbath, tras ser demostrada su inmunidad al covid-19. Lo que no entienden los de bata blanca es que el maestro ya comía wampiro desde tiempos inmemoriales (además de cocteles molotov de drogas y medicamentos, adicionados con hormigas, miasmas y su propia pipí), lo cual le ha de haber generado inmunidad hasta para el chikungunya y la peste bubónica.
Llámenme loco, pero creo que prefería un remedio contra la historia del inolvidable caso Paulette que contra el coronavirus.
Sobre todo porque esta historia ha vuelto a través de una serie de Netflix desigual, con un nivel narrativo digno de las series de Blim y donde las actuaciones merecen su frambuesa de oro, Historia de un crimen: La búsqueda, le entra al caso de la niña Paulette como ejemplo de los folclóricos y rumberos métodos de la justicia mexicana y sus procuradurías de burlesque burocrático cuajado de impunidad. Nos recuerda que aquello fue uno de los ejercicios del surrealismo mexicano patidifuso y pendejo donde la justicia vale madres.
El final no puede ser más digno de La hora pico: el cartel del Edredón y las sábanas acabó con la vida de una niña, después de una investigación de a peso de la procu del Edomex que atinadamente dirigía un personaje gelatinosamente caricaturesco: Alberto Bazbaz que chutas, deliberadamente inútil. También se incluye a otro personajazo, Alfredo Castillo, que donde metía la nariz todo se iba directo al averno al convertirse en el Virrey de Michoacán y luego en el padrote de la Conade. Y a manera de remate tenemos, y es lo bonito de la historia que nos cuenta La búsqueda, a Tomás Zerón, reconocido por todo como Tomás Sembrón, puesto al servicio de la veldá histérica del no menos histriónico Murillo Karam en el caso Ayotzinapa, por lo cual anda huyendo.
Todos parte del elenco insospechado y alucinante del circo de mil pistas de mi licenciado Peña que en La búsqueda no sale tan magullado como debería. Ni siquiera alcanza al expresichente Calderón que cada día más se acerca a ser invitado especial de la DEA y el FBI por culpa de su bróder que no es su bróder, García Luna Productions.
Como quiera que sea, espero que de llegarse a comprobar que el remedio para la pandemia sea la sangre del intérprete de “Paranoid” (canción dedicada al Diablo Fernández, que ni en Femsa le hacen caso), no se vaya a desatar una cacería wampírica guanobí.
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