La verdad estaba decidido a mantener ese pequeño escándalo que el señor Chumel Torres desató en el ámbito del Twitter, pero cambié de opinión después de leer con mucha atención The Economist, el Órale! de las fifinanzas, pues me di cuenta que me estaba difamando. O sea, no puedo creer que el youtubero del sector opositors le crea a sus bots que han multiplicado, hasta el infinito, una información que me ofende pues pone en entredicho mis exorbitantes emolumentos, mis propiedades petroleras y mis bitcoins.
Todo el mundo sabe que me pagan más que a Bad Bunny, Lorenzo Córdova y Loret, y que vivo mejor que Palazuelos pero sin balacear a nadie. La cosa es que no me gusta presumir que llevo una existencia como de consejero el INE, pues ya ven cómo son los envidiosos.
Esa información que ha difundido el señor Torres no proviene de un organismo especializado ni nada por el estilo, sino de un ¡bot!, esa es su fuente. A leguas se ve que los datos están obviamente truqueados, no tienen periodicidad ni membrete ni nada de nada. Más fake news que los de Ladillus. Lo peor es que Chumel se mete en cuestiones personales que no comprende, ni sabe y que podrían ser muy peligrosas. Se ve que su Kapuscinski lo pide con leche deslactosada, por eso disemina información muy dudosa y sin confirmar. (Lo imagino en friega googleando Kapuscinski).
Esto, sin duda, es una persecución política (siempre quise hacer eso, llamarme “perseguido político” que es lo de hoy) de la derecha recalcitrante.
Por mi propia experiencia, me he percatado que la granja de bots que suele atacarme proviene de Calderón, el PAN y Brozo, el Trujillo tenebroso: tienen los mismos argumentos, utilizan los mismos términos, hacen los mismos chistes sebos… y el algoritmo es curiosamente el mismo que manipula el comportamiento cavernario de los bots que envía el tal Chumel y que varios amigos han padecido. Ahora entiendo por qué Markititititiitito Cortés fue con Loret a ponerse de tapete y a llenarlo de elogios por defender la libertad de expresión. Poniéndome un poquito romántico, como diría mi Tatankita Córdova, esto está más arreglado que las peleas de Kahwagi.
Aunque por la ferocidad de las amenazas de sus bots podría decir que hago responsable a Chumel y su pandilla de cualquier cosa que me ocurra, incluyendo un dolor de muelas, mejor les mando para este 14 de febrero un Bad Bunny del amortz.
Si mi bienestar es su malestar, ¡pues qué a todo dar!
Jairo Calixto Albarrán
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