No puede ser que ni siquiera en el Día del Padre le hayan podido dar un regalo a la medida de sus ambiciones a Jelipillo Calderón. A pesar de salir a la calle a buscar apoyo en las esquinas para su partido político nomás no se le pararon ni las moscas. Es lo malo de tener el carisma y la popularidad del pie de atleta. Bueno, ni las fotocopias de Margarita le echaron la mano.
No puede ser que ni la cuenta @Tumbaburros de su hijo, que es como un aspirante a Chumel Torres región -4, le pudo dar alguna felicidad pues, según dice Álvaro Delgado en Proceso, el ex presichente tiene menos adeptos que la maestra Gordillo y que Nico, el otrora chofer del Tsuru de Amlove, que también quieren su partido político justo cuando los partidos políticos están en decadencia como lo demuestran PRI-PAN-PRD, de los que ya no queda nada ni para el recalentado. Es como si quisieran poner de moda la televisión de bulbos o el radio de transistores.
Curioso, ¿no? A lo mejor lo que pasa es que ni los bots ni los trolls que vemos tan activos en el Twitter nomás no salen a votar, les da hueva firmar y no son realmente ciudadanía, aunque usted no lo crea.
Quizá sea momento de que Jelipillo, quien de por sí siempre tuvo menos rating que el Canal Judicial y cuya carrera se hunde más que el Nuevo Aigriopuerto de Texcoco que, según investigadores de la UNAM, hace más agua que el Titanic, mejor ya que se dedique a otra cosa pues la política nunca ha sido lo suyo ni nunca lo será. Que siga el ejemplo Rajoy, el ex presidente que era el Calderón español, quien en vez de andar pasando vergüenzas en un territorio que no es el suyo, mejor se dedica al cotorreo y a andar de socialité reventado en Ibiza, donde “follan como animales”, según reza la leyenda.
Digo, qué caso tiene construir un instituto político que nadie quiere y al que nadie le importa, fundamentalmente porque debido a su naturaleza retardataria, reaccionaria y mafufa, ya está muy demodé. A lo mejor debería irse con su muchacho, que tampoco da una, y buscarse para pasar el tiempo una secta satánica como la de Emiliano Salinas que, según las últimas investigaciones, todo indica que sí sabía que su gurú, Keith Raniere, sí era un entusiasta de la esclavitud, el hardcore y el atraco en despoblado, además del lavado de cerebro.
O unas vacaciones en Chernóbil y ahí se hacen influencers.
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