En las semanas recientes, nos hemos encaminado por las rutas de la Cuaresma, que la podemos equivocar en la vida para degustar las dietas sugeridas del tiempo que se dice penitencial; pero otro modo de aprovechar este tiempo, es el promover las actitudes y el lenguaje de la paz.
Es muy alentador el que los Obispos mexicanos, en estas semanas, nos sorprendan con intervenciones más lúcidas, en favor de la paz; algunos de ellos han contactado a personas violentas pidiéndoles que como grupos, se respeten; otros, simplemente piden que llegue pronto la paz.
Pero las campañas políticas, que a estos días ya se iniciaron, los candidatos buscan ganar adeptos injuriándose mutuamente; unos prometen lo que ya se está realizando y otros cuentan mentiras aprovechando la desinformación general de la gente; otros olvidan su quehacer de ser formadores políticos y sólo tienen por “tiro al blanco” al Presidente de la República.
Mientras tanto, otros se ocupan en la criminal tarea de matar a algunos candidatos a puestos populares, por el motivo que sea, pero ese quehacer no es válido.
Pero la experiencia muestra que la paz se altera desde la convivencia familiar, de grupos y de vecinos.
La ironía ácida, las razones burlescas, las afirmaciones sobre conductas de los demás sin tener pruebas, la agresividad verbal, la dureza de juicios, no son rutas para conseguir la paz.
Todo encuentro humano es una invitación para promover la paz.
El diálogo es tarea cristiana prioritaria, y cuando se nos dificulta, es oportuno buscar métodos para saber escuchar.
El conocimiento crítico de la historia de México y de la región, lleva a la paz. Ignorar nuestro pasado es supercarretera que facilita la manipulación.
Si un domingo vemos noventa mil gentes en el zócalo, ese no es lenguaje contundente en un país que tiene ciento veintisiete millones de habitantes.
La vida y el progreso que han movido la historia de México, provienen de aspiraciones espirituales del pueblo, que evitaron rupturas irremediables, mantuvieron la esperanza y prepararon las rutas de paz.
La paz se construye a diario, con mucho coraje, con dedicación a la reflexión para analizar las causas que producen nuestros desajustes sociales y emocionales.
Hay indicios de paz tanto en Ucrania como en Israel. Ojalá.
Los caminos que se están abriendo en México por la paz, son nuevos.
Pero la violencia para apagar la violencia es una mala jugada por los caminos trillados de la historia.