Predicando el reino, Jesús no fue político ni apolítico

  • Areópago
  • Jesús de la Torre T. Pbro.

Laguna /

El artero asesinato del sacerdote Marcelo Pérez, en San Cristóbal Las Casas ha tenido una repercusión tan alta, que provocó la reprobación de la primera mandataria del país. 

Se dice que era un promotor de la paz. 

Un activista. Pero su condición de presbítero de raza indígena, provoca una serie de reflexiones fundadas en el Evangelio, con encontradas interpretaciones, que sí se encuentran en la realidad de los juicios de creyentes en Jesucristo.

Cristo señaló, en el Evangelio, que la vocación de los creyentes no es dominar sino servir. 

Caminando por los caminos pobres de su tierra, predicó el Reino de Dios que no era político, pero su predicación no fue apolítica, como lo recuerda la moneda para pagar el impuesto al Cesar. 

Cristo predicó un Evangelio para que los beneficios fueran para todos. Todos hijos y para todos la justicia y le misericordia. 

Pero su predicación pisaba callos a los fariseos, sacerdotes, escribas, etc. 

No era una predicación neutral. No justificaba el respeto incondicional a la autoridad constituida.

Cristo no fue un actor de política partidista, pero se interesó por liberar a los pobres de interpretaciones mañosas que los mantenían sumisos y humillados. 

A los pobres los juzgó bienaventurados y les dijo a los ricos que les iba a ir mal, por sus abusos, por su insensibilidad con la miseria. 

Las desigualdades no checan con el mensaje evangélico y esta fue problema muy serio para las buenas conciencias de los potentados, que para resolver el problema se sentían tentados para asesinar. 

El muerto, ya no molesta.

Hoy en día se pueden hacer análisis de la realidad social, política, económica, sin tocar al poder arbitrario, generador de la violencia, que justica la desigualdad como normal, por lo tanto, también la violencia y se pide a quienes están en algún peligro, que se callen, que no actúen, que no se muevan, que no piensen; como remedio, que vean los espectáculos, las caricaturas, los deportes. 

Y no es que esta lista de distractores sea mala, sino que el problema es cuando ocupan el tiempo de los creyentes para olvidarse de las injusticias de la sociedad. 

Listos para el pisto y sin ninguna pregunta que inquiete la conciencia. 

¡Eso no, por favor!, ya que no vamos a remediar nada y sólo nos queda rezar por los que no piensan como nosotros. ¡Órale!

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