Unas reflexiones sobre las personas de muchos años

  • Areópago
  • Jesús de la Torre T. Pbro.

Laguna /

El que era candidato a la presidencia de la república de los Estados Unidos, Joe Biden, renunció a la contienda, el pasado 21 de julio, y sugirió a la vicepresidenta, Kamala Harris como la posible continuadora de la jornada electoral. 

Se acumuló mucha presión para que el actual presidente de los Estados Unidos cediera, después de algunos deslices mentales que públicamente realizó. 

En el fondo iba la observación de que, por ser hombre de muchos años, ya no pensaba correctamente. 

No siempre es esta una apreciación correcta. 

El Papa Francisco tiene 87 años, y bien que coordina su pensar. Abundan personas mayores, en puestos que dirigen con sabiduría.

Esclarece mucho el pensar del Papa Francisco cuando dice: 

“A los ancianos, los memoriosos de la historia, les pido que, sobreponiéndose a esta “cultura del descarte” que mundialmente se impone, se animen a soñar. Necesitamos de sus sueños, fuente de inspiración. 

A los jóvenes que no jubilen su existencia en el quietismo burocrático en el que les arrinconan tantas propuestas carentes de ilusión y de heroísmo. 

Estoy convencido de que nuestra patria necesita viva la profecía de Joel: “Después derramaré mi espíritu sobre todos: “vuestros hijos e hijas profetizarán, vuestros ancianos soñarán sueños, vuestros jóvenes verán visiones”: (Jl. 2, 28).

Si a las personas mayores que tenemos en el entorno familiar o vecinal, les decimos que ya están viejillos, con tono despectivo, ya tenemos un trato inadecuado que humilla, acompleja, y se pasa al cerebro como pensamiento de ya inútil en la sociedad, una carga económica que pesa sobre el presupuesto familiar. 

La amolamos y anulamos una gran riqueza familiar que debe ser útil hasta el último aliento vital.

Las personas mayores, cuando pueden trabajar, trabajan sin reclamos. 

Sólo piden que los vean aún como útiles. En la Iglesia se habla bien de las personas mayores, pero no dejan de existir algunas incoherencias en las que ya no se camina con ellos y ellas, sino más bien en ruta aparte. 

Es cierto que no pueden realizar quehaceres como cuando tenían 20 años, pero tienen gusto por ser útiles y buscar un quehacer que les llene de gusto su espíritu, y que no les digan “viejo” o “viejilla”, en sentido despreciativo, ya que la historia que viene de los años de atrás, manifiesta que han sido constructores de historia y que aún lo siguen siendo, como los albañiles, que con su trabajo humilde, siguen siendo constructores de ciudades. 

Para Tobías, José, Juanita, Lupe y yo.

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