La D

Ciudad de México /

Dice el Decrépito que desmadritos domingueros son democracia. Debilitado —despótico y dictatorial— declara a diario desvaríos, denostaciones y ditirambos —donde degrada a los demás, demerita a desaparecidos y se doblega ante delitos descarados y delincuencia desatada. De dudosa decencia, defiende detritus y derrama dádivas; departe con delincuentes y diversos déspotas; dizque defiende derechos y derrocha dineritos en delicias y despilfarros de su descendencia.

Dícese deudor de Dios en dialectos y diálogos de Demóstenes (el de dibujos) y dobla diatribas desde el desayuno. Decrépito es desdeñoso y dócil, debilitado y dubitativo, destemplado y desafinado… dulce duende del desconcierto descarado. Deambula por doquier despertando dudas, desperdigando desahucios y doblegando la decencia; despeinado despierta deseo en desdémonas demoníacas del desierto o el desaparecido Distrito, pero desafiante y desatado Decrépito decide dedicarse al dedazo dominante, decálogos disformes y diccionarios digitales. Desde dentro, dice deberes de los demás, dando dardos a destiempo.

Du-bi-dubi-dú, el Decrépito danza dolidos deditos de dramática dieta y devora duraznos decapitados. Desviado del Deber —de dudosa duración— el Decrépito desarrolla dolencias, derrite desarrollos destilando depresión, depreciación, desempleo… y desinterés. Desde décadas dedicó dureza diamantina dedicándose al desdoro, divergencia disoluta y desplomes diplomáticos; de dureza dodecafónica, dominador del desvarío, dosifica delirios y dibuja —desvelado— desiertos diseminados al despedirse de descendientes. Doblete o Double-play, Decrépito en Dugout dormita como Dodger, derrotado en la décima o duodécima. Destituido como Donald Duck en despachos deportivos, decidió devenir en disertador desternillante, dicharachero dulzón y demagogo en demasía.

Decrépito, no desaforado, despertó delicadas denuncias y desfiles disueltos en DeFe. Dedicóse detalladamente al diseño para desenrollarse como destornillador o desarmador para detentar el dominio dionisíaco, descender desde el domo y dictar sin dicción, dictar, dictar y dictar. Derrotado el discurso, derramando desánimo y despejando desde hace días la distinguida definición de Demencia.

Jorge F. Hernández

  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
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