'Matria'

Ciudad de México /
Jorge F. Hernández

Luis González y González cumple un siglo de merecida eternidad y desde allá recibe dos disgustos: la publicación oprobiosa de un libro inútil firmado por un político populista y repleto de párrafos que deshonran El oficio de historiar y una ocurrencia presidencial que propone sustituir la palabra Patria por Matria, sin conocimiento de causa y con salivita ternurita para amainar el doloroso galimatías del machismo mexicano intacto que no sólo prosigue en feminicidios, sino incluso en vergonzosos fajes a la Presidenta a plena luz del día.

Aunque no acuñó la palabra, Luis González y González la mexicanizó y su sentido fundamental es que se refiera al terruño de cada ciudadano, la querencia de nacencia, el hogar de la madre. Al cacarear su extrapolación como sinónimo de Patria, la Presidenta mancilla la íntima acepción del término: todo mexicano puede sentir orgullo patrio y gritar independencia en una noche de septiembre, pero el sabor de un caldo yucateco y el tono musical del habla sonorense están enraizados en el alma entrañable de cada lugareño, aquí donde todos los héroes de bronce se distinguen por su paisaje y personas. Digan si no los inexistentes zapatistas de Sinaloa o los obregonistas de Chiapas… no le muevan al alma.

Debo a Aurelio Asiain el recordatorio de una sesuda declaración de Borges donde afirma que “La patria es un acto de fe. De otra manera no puede definirse. En las sociedades más evolucionadas ‘patria’ viene de la idea de padre, aunque yo creo que la madre es más importante que el padre. La maternidad es evidente, la paternidad no”. Más adelante, Borges alude a Groussac y su propuesta de cambiar matria por patria… pero insisto que deberíamos apegarnos a la aportación que publicó en no pocos ensayos y conferencias Luis González y González porque todos —nacidos o no en México— podemos sentir fervor patrio u orgullo de paternidad (incluso adoptiva) por ese maravilloso país heredero de siglos, pero no me toquen a la Matria, no le jueguen a la cuna más íntima como si fuese calcomanía guadalupana en falda electoral o mamotreto ilegible donde el autor confunde sus apellidos y resabios entre la dicotomía de negar al Padre y alabar con hipocresía a la madre ausente, la malinche morenista… la pura Chingada.


  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.