Mi consulta judicial

Ciudad de México /
JORGE F. HERNÁNDEZ

El Supremo asegura que el pueblo quiere elegir a todos los jueces en México y la virtual Sucesora sugiere entonces una consulta nacional y al mismo tiempo minuciosa a manera que con asombrosa rapidez confirma la voluntad popular ya vertida por el Supremo. Aun así y sin afanes de lucro me permito compartir a continuación mi humilde aportación al esfuerzo por la reforma integral del Poder Judicial; en mi sondeo dejé de lado el rollazo de la Judicatura y los pormenores de vestuario, mazo, boina y demás detalles circunstanciales y mis datos que siempre son otros arrojaron que:

Siete usuarios de la línea del Metro a su paso por Barranca del Muerto desean no sólo nombrar a los jueces que enfrentarán en lo futuro, sino exigen que sean recreaciones perfectas del modelo de juez que aparecía en la vieja radio: a saber, que vuelva Tres Patines y todo el elenco de La Tremenda Corte. Aunque de origen cubano, a’i se va con el ánimo revolucionario donde el Che y Cristo parecen clonarse.

En la fila de las tortillas, dos jubilados y nueve amas de mediana clase consideran necesario importar la imagen de la Juez Judy, una gringa con toga y cuello de encaje que dejó huella en la televisión amarillista norteamericana, mientras que no sin nostalgia otras nueve mujeres que trabajan en hogares de variado nivel socioeconómico consideran que hay que localizar al panel de jurados notables que tuviera en un programa de televisión la Corcholata Carmen Salinas, sobre todo por haber probado su leal Juris Prudencia en el caso “Mi papá es mi hijo”.

Dos taxistas se ofrecieron a ejercer no sólo de Juez, sino parte de “cualquier cosa que salga de esto” y treinta dos alumnos de una Secundaria Anónima que estaban de pinta en Chapultepec respondieron a mi cuestionario con sendas mentadas de madre, un boing de piña en la cara y un puñado de cacahuates… Decidí entonces, llevar mi consulta judicial a dos elementos que ocupaban una destartalada patrulla, sin sirena y medio oxidada, en espera de que “alguien nos pase corriente” habiéndose quedado sin batería… y el candidato a juez, aferrado al volante, me brilló su diente de oro con un “síguele, güey… aquí está tu Juez”.


  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
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