Vivir en el pasado y repetir la misma historia una y otra vez, es como estar preso en una gran celda que nosotros mismos construimos.
Y en esa celda, unas veces fría y otras enorme, nos vaciamos y nos sentimos perdidos pero, sobre todo, nuestro espíritu se congela y nos quedamos paralizados.
¿Cuántas veces dejamos de apreciar los valores de la vida? ¿Cuántas otras dejamos que se escurran en nuestras manos esos momentos maravillosos que aún y cuando están ocurriendo, los ignoramos o simplemente los dejamos pasar por estar viviendo en el ayer?
Somos incorregibles creadores de culpas y nos autocastigamos con ellas una y otra vez... Si hubiera dicho... Si hubiera hecho... Si hubiera... Si hubiera...
Pero si ya pasó ¿de qué sirve estarse lamentando? Tal vez vivamos castigándonos por los errores cometidos, ¿y para qué? Si ya es pasado, si ya nada puede hacerse.
Y cuando logramos salir del pozo -como si no pudiéramos vivir de otra manera- volvemos cada tanto a visitarlo, y ahí nos contagiamos nuevamente hasta volver a caer, y entonces ¿de qué sirvió alejarnos y sanearnos? De nada y para nada.
Mejor enfrentemos la vida mirando hacia adelante, ciertos que el pasado ya pasó, que ya poco o nada puede hacerse.
Como también, muy conscientes que mucho debemos trabajar con nosotros mismos para que nada nos tiente y cometamos los mismos errores una y otra vez.
Qué maravilloso sería que todos pudiéramos despertar a ese niño interior que llevamos dentro. El niño de la alegría, de la carcajada espontánea y de la caricia sentida.
Ese niño que no está muerto, que solo está dormido y que necesita que hagamos algo para que su sueño no sea un sueño eterno.
Volvamos a ese momento tan hermoso de nuestra infancia, despertemos a nuestro niño interior, vivamos como él nos enseñó, disfrutemos de la vida y no pensemos en el pasado una y otra vez.
Ese niño no lo hace, solo siente, ama y sueña sin mirar atrás, sin pensar si disgustará a alguien con su manera de vivir, sin reparar si daña o acaricia.
Ese niño que solo vive y se entrega a la vida, porque para él la vida es el presente... La vida es hoy. Autor anónimo.
Amigo lector, ¿vivir o soñar? Usted ¿qué opina?