Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard

Ciudad de México /

Muchos aspiran a quedarse con la silla presidencial, pero solo uno lo consigue, en una suerte de competencia en la que “el ganador se lleva todo”. El presidencialismo que impera en México suele ser ingrato con los perdedores. Explicable en el caso de adversarios de distintos partidos, por supuesto. No habría razón para que Enrique Peña Nieto hubiera ofrecido un puesto en el gabinete a López Obrador o a Josefina Vázquez Mota, quienes le disputaron y perdieron la elección en 2012; o que AMLO hubiera otorgado una posición a José Antonio Meade o a Ricardo Anaya. No solo estuvieron en bandos contrarios en esa competencia, además ostentan plataformas políticas distintas.

Pero no es el caso de las disputas internas entre miembros de la misma fuerza política entre los cuales, en teoría, hay coincidencias ideológicas y programáticas y, sin embargo, nunca son aprovechados por el ganador. Peor aún, con frecuencia las disputas internas dan lugar al exilio político de los perdedores. Tal es el caso con Felipe Calderón, por ejemplo, quien le ganó la nominación por parte del PAN a Santiago Creel y luego lo desterró de cualquier papel protagónico. E igual Enrique Peña Nieto, quien hizo todo lo posible para ignorar a Beatriz Paredes o a Manlio Fabio Beltrones.

Este lunes MILENIO publicó una entrevista colectiva a Claudia Sheinbaum en la que informó que, si por ella fuera, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López formarían parte de su gabinete. Se trata de los dos rivales y compañeros de partido que tendría que vencer para conseguir la candidatura de Morena en su camino a la Presidencia. Habría que decir que esta afirmación es una respuesta a una pregunta puntual, y no precisamente un deseo explícito. Antes de extraer conclusiones habría que asumir que, en esencia, no podía contestar de otra manera. No significa, pues, que necesariamente vaya a hacerlo o se encuentre en sus planes.

Por lo general los presidentes electos no suelen invitar a sus adversarios correligionarios por dos razones. Por un lado, porque en ocasiones las precampañas son más sangrientas que las campañas mismas. Particularmente como en este caso, en el que hay mucho en juego, pues se estima que quien se quede con la nominación de Morena será presidente. Las luchas intramuros tienden a ser más sangrientas que las de campo abierto. Entre otras cosas porque se conocen demasiado, se disputan el apoyo de otros compañeros de partido, abundan las traiciones, el “robo” de colaboradores, las zancadillas y la guerra sucia soterrada. La competencia en tales condiciones deja heridas profundas, no siempre susceptibles de cicatrizar.

Por otro lado, quien está sentándose en la silla presidencial necesita afirmar su liderazgo y para ello asegurarse de no tener figuras que le hagan sombra dentro de su corriente política. Su gabinete debe estar formado por hombres y mujeres de cuya lealtad y absoluta subordinación no se tenga duda. Algo que no resulta fácil de parte de rivales que solían presentarse como una mejor opción que el candidato ganador. De allí la lógica que lleva a desactivar a antiguos adversarios internos y a condenarlos al ostracismo.

Con todo, resulta interesante la mención de Marcelo Ebrard dentro de un gabinete de Claudia Sheinbaum por varios motivos. Para empezar, porque los retos de la próxima administración son enormes después de un sexenio de modesto crecimiento y la oportunidad del llamado nearshoring que ofrece la coyuntura internacional. Si no hubiera un Marcelo en su gabinete Claudia tendría que crearlo. El gobierno de la 4T no tiene un  operador internacional con la experiencia y los contactos que el canciller ha conseguido en estos años. Lo mostró en las gestiones para conseguir las vacunas de parte de los pocos países productores que no eran precisamente generosos para compartirlas. Proyectos como el Transoceánico y las docenas de parques industriales requerirán enormes flujos de inversión para convertirse en realidad; y eso solo será posible potenciar con capacidad de diálogo para vencer resistencias y objeciones y un estrecho conocimiento de los interlocutores favorables para emprender negociaciones delicadas. Eso requiere de un gestor reconocido por los Elon Musk del mundo, los directores de los fondos de inversión o de los organismos internacionales. El hecho de que López Obrador haya rehusado participar en tantas reuniones internacionales y Ebrard lo haya hecho en su lugar, le proporcionó un activo político que bien podría utilizar el próximo presidente, incluso si no es él.

Desde luego, si Sheinbaum llega a Palacio podría buscar a una figura que cumpla esas funciones, pero llevaría más tiempo y estaría aquejado por una curva de aprendizaje que retrasaría el resultado.

No se ve fácil que esa persona sea el canciller, pero habría una razón adicional, al menos en términos hipotéticos. Ebrard ha dicho una y otra vez que él reconocerá el resultado de la encuesta de Morena y asumirá sus consecuencias, incluso perdiendo. A pesar de estas declaraciones, los corrillos políticos y mediáticos no resisten la tentación de especular la posibilidad de que Ebrard se convierta en abanderado de la oposición si su partido no lo favorece. En algunos círculos se dice que el único candidato que puede vencer a Morena es, justamente, Marcelo.

Más allá de la especulación, lo cierto es que en caso de triunfar en las “internas”, Sheinbaum podría conjurar tal riesgo haciendo, en efecto, una invitación a Marcelo para hacerse cargo de la estratégica tarea de gestionar los recursos del exterior en favor de México. Vital como es, no interferiría con el espacio político interno de la propia presidenta. Con la ventaja adicional para el ahora canciller de que eso le permitiría mantener vivas sus esperanzas para aspirar a la Presidencia en 2030.

Y también podría suceder que toda esta reflexión careciera de sentido si Ebrard gana la candidatura de Morena en noviembre. Pero esa es otra historia.

  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Milenio Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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