¿Qué sigue para Marcelo Ebrard?

Ciudad de México /
Alfredo San Juan

Enrique Alfaro regresó al redil. Tras amenazar con retirarse de Movimiento Ciudadano por la negativa de este partido a sumarse a la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez, abanderada de PRI y PAN, reconsideró y aseguró que Samuel García, gobernador de Nuevo León, sería un buen candidato de su partido.

Las consecuencias políticas son enormes y en varias pistas. La más obvia sería la vida interna de Movimiento Ciudadano, que se plantea como la tercera vía del espectro político hasta ahora polarizado entre Morena y la oposición antiobradorista. Habría que recordar que el grupo Jalisco, que encabeza Alfaro, es la principal fuerza regional (o nacional, para el caso) de este partido. Si bien es cierto que MC también cuenta en su haber con la gubernatura de Nuevo León, Samuel García gobierna frente a una mayoría opositora en el Congreso local. No así Alfaro, cuya fuerza política no solo domina la entidad, también es favorita para repetir en los siguientes comicios. Dicho en otras palabras, el riesgo de una escisión lastimaba profundamente al partido. Con su decisión, Alfaro parecería conjurar ese riesgo.

Pero su intervención también produce un severo impacto en otro frente: el de Marcelo Ebrard. Mucho se ha hablado de la posibilidad de que el ex canciller llegase a una negociación para convertirse en candidato presidencial de Movimiento Ciudadano. Incluso Andrés Manuel López Obrador comentó en una mañanera, a pregunta expresa, que si tal cosa sucediera seguramente afectaría más a Xóchitl Gálvez que a la candidata de Morena, Claudia Sheinbaum. Interrogado a este respecto, Dante Delgado, fundador y dirigente máximo de este partido, aseguró que las puertas no estaban cerradas a la candidatura de Ebrard, pero que este tendría que apresurarse a tomar decisiones. Todo indica que los que se han apresurado para cerrarle el paso son los dos principales alfiles de la organización, los gobernadores Enrique Alfaro y Samuel García.

Y es que, por un lado, la posibilidad de una candidatura de Marcelo Ebrard por MC ofrecería beneficios obvios a ambas partes. Se trata de una figura nacional mucho más conocida que cualquier otra opción disponible. Si bien no está en condiciones de ganar los comicios presidenciales, toda vez que las maquinarias electorales de Morena y del Frente Amplio son muy superiores, elevaría el porcentaje de votos captados y serviría como una candidatura ancla para hacerse de más escaños y curules en las cámaras. Se da por sentado que, dado el choque de fuerzas entre el obradorismo y la oposición, MC podría ser el fiel de la balanza en el futuro Poder Legislativo para decidir mayorías calificadas o simples en favor de determinadas leyes, proyectos y presupuestos. Una situación idónea para convertir a esta organización en una potencia política en el futuro.

Pero lo que es bueno para MC no necesariamente lo sería para todas sus corrientes. El temor de Samuel García o de Enrique Alfaro es que, una vez convertido en candidato presidencial, Ebrard termine siendo el heredero de Dante Delgado y futuro mandamás de la organización. La cercanía entre ambos es longeva y el peso específico de la corriente ebrardista sería desequilibrante por su enorme protagonismo en la escena nacional. Simplemente, de entrada, supondría desde ahora la incorporación a la fracción parlamentaria de MC de decenas de legisladores cercanos a Marcelo, actualmente de Morena o del PVEM.

La mera posibilidad de que se diera este escenario ayudaría a entender la reacción de Enrique Alfaro, súbitamente reconciliado con la idea de que MC tenga candidato propio y que este sea Samuel García. En su lógica es preferible un partido con identidad propia que cederlo a otra fuerza externa, por no hablar de la disminución del protagonismo de los actuales dirigentes que supondría el arribo del tsunami ebrardista. La voluntad combinada de ambos gobernadores deja poco espacio para que Dante Delgado contemple otra posibilidad. Aunque no es imposible, darles la espalda y optar por el ex canciller podría generar una factura política impagable.

Se ha dicho, con razón, que la candidatura presidencial de Samuel García sería obstaculizada por el Congreso de Nuevo León, en manos de sus rivales, y nunca le concederían la licencia del cargo de gobernador. Pero hay una vía jurídica que consiste en recurrir a tribunales para salvar sus derechos políticos, lo cual saltaría tal impedimento. Para Samuel, encabezar durante unos meses una candidatura destinada a perder no es un mal negocio. Le permitiría darse a conocer en la escena nacional, recorrer la geografía, hacer contacto con actores regionales y cuadros de MC locales tras lo cual regresaría a terminar su gubernatura. En suma, un laboratorio idóneo para preparar una candidatura en forma para 2030.

De concretarse el lanzamiento de Samuel García, como todo hace suponer, las opciones para Marcelo Ebrard se empobrecen. Aseguró todavía hace dos semanas que su nombre estaría en la boleta presidencial, pero no se ve la forma. Ya se venció el periodo para el registro de candidatos independientes y todos los partidos están postulando abanderados propios. Tampoco se ve fácil que alguna de las organizaciones aliadas a Morena, como PVEM, abandonen a Claudia Sheinbaum en su beneficio.

En ese sentido, los escenarios para Marcelo podrían reducirse a tres. Uno, reintegrarse a Morena, en condiciones incómodas para ambas partes, tras los duros epítetos intercambiados y el pecado político de haber intentado desbarrancar el proceso interno. Dos, apostar por Movimiento Ciudadano, pese a todo; sea para intentar convencer in extremis a Dante Delgado sobre su candidatura, o de plano simplemente sumándose a este partido en espera de futuros protagonismos, pese a las reservas de los otros capitanes de esta organización. Tres, formar una agrupación política nacional independiente, como primer paso para la fundación de un nuevo partido político. Algo que ya hizo con poco éxito en compañía de Manuel Camacho, hace 25 años, con el Partido de Centro Democrático, aunque fue la vía para sumarse al equipo de López Obrador. Esta opción, en caso de fructificar, le llevaría a convertirse en competencia directa de Movimiento Ciudadano.

Me inclino a pensar que, si bien no era la preferida inicialmente, esta última opción es la más factible para Marcelo. En el obradorismo su corriente es periférica política e ideológicamente hablando; en MC, más propicio, otros se habrían adelantado. Puede estar en ambos, si en verdad se lo propone, pero sabiendo que no es uno de ellos. Quizá ha llegado el momento de descubrir si está en condiciones de probar a todos y a sí mismo si él es portador de una propuesta viable y exitosa para el país. Al final, es lo que hizo López Obrador. No será fácil, pero sería más digno que esperar a recibir invitaciones que no llegan o tocar puertas en casas en las que lo miran con desconfianza.


  • Jorge Zepeda Patterson
  • Escritor y Periodista, Columnista en Milenio Diario todos los martes y jueves con "Pensándolo bien" / Autor de Amos de Mexico, Los Corruptores, Milena, Muerte Contrarreloj
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