Lo primero que uno encuentra en el libro La Americana. Crónica identitaria (León, 2023) de Eva Guillermina Saviñón Mejía es que no trata de “logicidad” sino de lógica sobre la historia de una fábrica de hilados y tejidos que sentó sus reales en 1877 hasta 1958-59 en la ciudad de León de los Aldama sobre las inmediaciones del Barrio de Arriba. Es decir, no tiene la autora un simple programa según el cual la historia habría de iniciarse, desarrollarse y terminarse (Benedetto Croce, dixit).
No se trata de un mausoleo, menos de un panteón de tiempo completo. Se trata de un conocimiento concreto legado por sus ancestros donde, en efecto, “perpetúa la memoria de las personas que hace muchos años aportaron la fuerza de producción que aún viven y nos pudieron brindar la manifestación de sus vivencias directas con la factoría (…) y su entorno”.
Por ello deriva el rasgo identitario de León y lo vierte con creces por el abordaje que tiene sobre las Galereñas junto con las Apiñadoras que dan sentido a la presencia de una empresa como La Americana y lo mismo con la labor de los Boticarios, aquellos que estudiaron farmacia, que bien fundamentan el ser y quehacer de la obra comentada. Así pues, “la memoria es social porque el recuerdo se construye en un diálogo permanente con los otros, porque está delimitada por marcos sociales que ubican a la experiencia vivida de manera individual o colectiva, como grupo o como sociedad (Hebbert, 2005)”.
Entonces la autora se avoca a descifrar que “la mala teoría y la mala conciencia toman origen una de otra, se apoyan una a otra, y van a caer, por fin, una sobre otra” (Benedetto Croce, dixit). Esto lo refiero por aquella verdad a medias, sabida por muchos y repetida hasta la saciedad, sobre la primera planta de luz eléctrica que se instaló en el país recayendo en nuestra ciudad en 1879 por parte de la citada fábrica.
Dicha “planta fue impulsada por la combustión de leña (…) una central térmica es una instalación para generar energía eléctrica a partir de la energía que se libera en forma de calor, por lo general mediante la combustión de combustibles fósiles como puede ser el carbón o el petróleo. El calor se emplea por un ciclo termodinámico convencional para mover así un alternador y producir energía eléctrica. Esta clase de generación es contaminante, liberando dióxido de carbono”.
Fundada La Americana en 1877 por Ildefonso Portillo y Jorge Heyser, tuvo al principio un pequeño salón de hilados para el ramo de la rebocería. Con el tiempo se integró Gustavo ‘el Güero’ Saviñón Sandoval quien dio mayor lustre al negocio que marcó a la identidad leonesa.