Ganarle a Nueva Zelanda ha sido más lastimoso que edificante. Nuestra organización nacional no atina qué hacer en estas fechas incómodas donde las otras selecciones del mundo están ocupadas en sus quehaceres,
Es como perder el tiempo con el propósito de engañar a alguien aunque se sepa de antemano que sólo se trata de cumplir con el aburrimiento.
Es una época incómoda donde nadie atina a ofrecer algo atractivo.
Saliendo de ésta nadie se va acordar qué es lo importante, qué es lo urgente y qué es lo intrascendente.
El futbol mexicano está atrapado por el calendario, por los compromisos de otros, por lo irrelevante de los rivales amistosos y por la falta de interés de la noble afición nacional.
¿A quién le importó el juego contra Nueva Zelanda? Por más que intentaron recordarnos la fecha, hora y lugar el evento, los que se tomaron la molestia de acudir o ver el evento pudieron experimentar lo deplorable del hecho aunque se haya ganado.
En el fondo fue una derrota.
Es donde lo imponderable supera a la organización de un intrascendente juego aunque Aguirre haya externado su descontento por el accionar de los suyos.
El “Vasco” tenía que ponerle el lado teatral al partido para aparentar su interés y entusiasmo.
Todos atrapados dentro de una cápsula que engaña por doquier. Pasaron el rato, no alcanzaron a entusiasmar, se esmeraron por aparentar gran interés para luego arrepentirse de que ese tipo de juegos son totalmente inútiles,
En algo había que ocupar el tiempo aunque luego vengan los arrepentimientos porque la calidad de los jugadores no mejora al tener este tipo de compromisos.