¿Qué podemos esperar del Santos si hasta el potentado equipo que pretende ser tricampeón, perdió en su rentada casa ante Puebla?
La comparación es incómoda pero es necesario bajar diferentes señales de todos lados para entender lo que sucede.
¿Quién en su sano juicio pensó que los Camoteros le iban a ganar al América?
La ejemplar arenga motivacional (o regaño) que Emilio Azcárraga dirigió a sus empleados del futbol no funcionó; todo fue al revés.
Cuando hace mucho tiempo no se veía tal acto, los que patean la pelota fueron superados por la dignidad propia de quien está ubicado.
Si lo anterior sucedió en el mismo día que Santos empató en León, entonces de qué nos asombramos.
No es justificación para salvarle el pellejo a los laguneros, sólo se pretende exponer hechos con cierta semejanza para entenderle a esta ingrata realidad.
Los de Ambriz no levantan ni solos ni con la compañía de su entrenador.
Los remedios de irle moviendo a la alineación no alcanza pero un consuelo puede ubicarse al detenernos que hasta el orgulloso América sucumbió.
Concluir que es el plantel de baja calidad el responsable de tanta desgracia no es mentir. La sana intención de esperar a que Santos repunte, que haga algo que valga la pena se aprecia lejano.
A menos que vuelva a suceder algo parecido a la derrota del América.
Ni modo; echaron a perder el torneo desde antes de comenzarlo.
Las consecuencias deben pagarse aunque duela.