El lugar nueve que Santos logró, para empezar, no es nada digno; no basta.
Tampoco es suficiente con tener en la institución al mejor jugador ofensivo de la competencia, Juan Brunetta, y a la vez al líder goleador del torneo (Harold Preciado).
Este par de datos se consideran más como logros individuales de los respectivos jugadores que como mérito grupal.
La institución tiene todo el derecho de publicitar, presumir, estas conquistas de sus jugadores porque cuentan pero no es suficiente ni para mejorar en la tabla de posiciones del torneo ni para asegurar algo mejor a futuro cercano.
La meta mínima, se supone, es ingresar a Cuartos de Final. Aquí está la clave, el riesgo y la ardua misión.
De esto debemos estar todos muy ubicados porque el torneo en sí mismo, fue fatal, dando tumbos y recomponiendo conforme se avanzaba o las exigencias apremiaban.
Se le reconoce al Santos que supo y pudo hacer lo mínimo solicitado, y con eso alcanzó pero su historia, los seis campeonatos que ostenta y el cariño y respeto que se ha ganado en todo el país, lo obligan a destacar más.
Podemos repasar muchas cosas buenas que Santos ha logrado; lo debemos hacer para volver a ubicarnos y sobre todo para que los jugadores actuales sepan a profundidad en qué institución están.
En el Clausura 10 fue subcampeón y al torneo siguiente igualmente lo fue. Después volvió a ser finalista perdedor y luego campeón habiendo sido líder general.
Este impactante dato puso al Santos en las nubes.
Por eso hoy lastima lo que se tiene porque además no existe la confianza de verlo encumbrado ya en plena liguilla.