En medio de la incertidumbre de la reforma judicial y de otros cambios constitucionales, la cumbre empresarial que organizó el gobierno de la mano de la iniciativa privada el martes fue muy bienvenida. Fue un acierto de Claudia Sheinbaum y su equipo impulsar el diálogo entre los grandes empresarios de México, Estados Unidos y Canadá con el gobierno. Es una clara muestra de que reconocen la importancia de atraer inversión extranjera y de fortalecer el T-MEC.
Sheinbaum sabe que para cumplir con su ambiciosa agenda social y los compromisos adquiridos es necesaria la colaboración de la iniciativa privada, tanto nacional como extranjera. Con un déficit fiscal que puede llegar a 6% este año y las agencias calificadoras listas para reducir la nota de México en caso de que la deuda pública se salga de control, el gobierno no se puede dar el lujo de despreciar a los empresarios.
Yo estoy reservadamente optimista de que la relación económica con EU y Canadá continuará fluyendo. Las ventajas de invertir en, y comerciar con, México son mucho mayores que las desventajas. La cercanía, el costo de mano de obra y nuestra cada vez mejor preparada fuerza laboral son algunas de las razones por las que nuestro país representa una excelente opción para la inversión extranjera. Sin duda ayudan las fuerzas geopolíticas que están alejando a EU de China y detonando el nearshoring.
Sí, también hay problemas, dentro de los que destacan la inseguridad (tanto jurídica como física) y la falta de infraestructura. Además, está el peligro de una política proteccionista por parte del próximo presidente (o presidenta) de EU. Sin embargo, considero que los beneficios estratégicos de una mayor integración económica de Norteamérica más que compensan los retos. Nos conviene a los tres países en un mundo que se está reconfigurando en bloques comerciales. Más que competir nos complementamos. Será un error no buscar fortalecer la región y, por fortuna, la plana mayor del gobierno mexicano parece ser consciente de ello.
Sobre la reforma judicial, las empresas extranjeras que participaron en el CEO Dialogue y otras similares tienen múltiples recursos para sortearla con éxito. De entrada, tienen línea directa con el gobierno mexicano, por lo que si llegara a surgir algún problema legal probablemente lo podrán resolver con sus contactos de alto nivel. Asimismo, incorporan en sus contratos cláusulas para resolver conflictos legales por medio del arbitraje, lo que las protege (aunque no del todo) del sistema judicial nacional. Por último, tienen el recurso de recurrir a cortes fuera de México para hacer valer sus derechos de acuerdo con el tratado de libre comercio al que los tres países estamos vinculados.
La apuesta de México por Norteamérica es la correcta. Ojalá que el acercamiento del gobierno con los empresarios nacionales y extranjeros no sea una llamarada de petate y que se refuerce a lo largo del sexenio. Todos saldríamos ganando.