Coloquialmente hablando, puede decirse que al ex presidente López Obrador se le alinearon los astros al inicio de su gobierno. Pero en realidad, el arranque fue resultado de la estabilidad macroeconómica y del moderado pero consistente crecimiento logrado por casi 25 años. México contaba con fortalezas y capacidad para transitar las políticas emprendidas a partir de 2018 con la redefinición del gasto público y el sustancial incremento salarial. Si acaso, el frente con EU presentaba un escenario incierto por el triunfo de Donald Trump y su llamado a renegociar el acuerdo comercial. Ahora la situación es muy diferente y llama a redefinir las prioridades del gobierno, sobre todo porque la presidenta Sheinbaum recibió una circunstancia menos grata.
La reforma judicial y otras en proceso no contribuyen a lo que más importa y preocupa, incluso no favorecen ni al gobierno, ni al país. Los temas fundamentales y urgentes remiten a dos planos: el económico y el de la seguridad. Nada de lo que se está discutiendo es consecuente, además de que complican el futuro. La reforma judicial y “la supremacía constitucional” son factor de incertidumbre y alientan la visión catastrofista sobre el futuro de la democracia mexicana.
Además, hay aspectos que no están bajo el control del gobierno, principalmente las determinaciones en materia económica y de comercio con EU, cuyo curso claramente es hacia el proteccionismo, e independientemente del resultado en la elección de noviembre, la presidenta Sheinbaum no tendrá en EU un interlocutor que haya acreditado adhesión al libre comercio.
La economía quedó muy comprometida en 2024 por la política de gasto impuesta por AMLO. El déficit fiscal y el incremento en la deuda lo demuestran. Tiene que haber un severo recorte al momento que la sociedad espera del nuevo gobierno respuestas a sus expectativas y éste ofrece la continuidad de los programas sociales, ahora en la Constitución.
Lo que presenta el entorno debiera llevar a una reconsideración a las posturas de enfrentamiento y polarización del pasado. Los graves problemas de violencia heredados demandan unidad. Enfrentar los desafíos económicos también suponen una autoridad que represente a todos y que vele por el bien del país, plural y diverso, que integramos.