La noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, marcó a nuestro país. Según el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, el saldo fue de 43 jóvenes estudiantes desaparecidos; seis personas ejecutadas (incluyendo a un joven cuyo cuerpo apareció al día siguiente con evidentes señales de tortura) y al menos 40 lesionadas (dos de ellas con afectaciones graves y permanentes a su salud). En total, más de 180 víctimas directas de violaciones a derechos humanos y alrededor de 700 víctimas indirectas, considerando a los familiares de los agraviados. Me atrevo a asegurar que después de eso, la vida de nadie volvió a ser la misma.
“Vivos se los llevaron, vivos los queremos” se convirtió en la consigna de la lucha por el reencuentro y la justicia que, desde entonces, encarnan las familias de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos.
Lastimosamente, no son el único grupo que busca a sus familiares, en Argentina precedió el antecedente de las abuelas de la Plaza de Mayo. Aunque no hay cifras claras y oficiales, se estiman más de 100 mil personas desaparecidas en nuestro país; cada una de ellas tiene un hogar que espera su regreso.
La falta de resolución del caso de los 43 nos encuentra 10 años después con las madres buscadoras, colectivas lideradas y con presencia significativa de mujeres; a falta de respuesta de las instituciones garantes de derechos, ellas tomaron las armas (picos y palas) en las manos para salir a buscar a sus seres queridos, esta vez sin el reclamo de encontrarles con vida, con encontrar sus restos también está la calma.
El contraste entre las consignas de búsqueda es un golpe de realidad con el impacto de las desapariciones en México; como sociedad, en 10 años pasamos de la rabia de exigir la presentación con vida a acompañar el dolor de buscar los cuerpos.
La justicia para todas las familias es una deuda que aumenta con el paso de los días; en todo caso, debemos aspirar a la reparación y la restauración de derechos porque cada persona que nos falta en este país es una herida abierta.