En 1972 el mundo se conmocionó con la historia del grupo de jóvenes que sobrevivió al accidente de los Andes. Desde entonces se ha documentado toda la experiencia, se han escrito libros e, incluso, artículos científicos de ellos y sus vivencias.
Pero el mundo en 2024 no es el mismo. El año pasado una producción cinematográfica inspirada en la historia motivó un auge de los personajes y algunos de ellos han retomado su labor como conferencistas, como Roberto Canessa. Éste último destaca por ser uno de los dos jóvenes que en aquel diciembre realizó la travesía para encontrar ayuda cruzando las montañas de nieve.
El señor ha causado controversia en las plataformas sociales debido a que ha sido evidenciado a través de grabaciones, en más de una ocasión, manoseando de la cintura a las nalgas a las jóvenes que se acercan a saludarlo, tomarse una fotografía con él o pedirle su autógrafo tras alguna de sus conferencias.
Canessa, quien hoy tiene 71 años, ante el cuestionamiento de sus acciones ha respondido que las declaraciones son de “mala fe”.
Pero los videos reflejan los hechos que no son incidentales, puesto que suceden de manera repetitiva y conveniente con las mujeres.
No se ponen en duda las dificultades que Roberto haya vivido y que hoy lo colocan como una figura de interés, pero su calidad de superviviente de una de las tragedias más fuertes conocidas no le otorga ninguna permisión para tocar de manera inapropiada a las mujeres. Y sí debemos confrontar el acoso que él busca desacreditar y minimizar.
La sociedad en la que Roberto se desarrolló, en el siglo pasado, fue permisiva y normalizaba formas de violencia como las que él ejerce hoy en día. Hoy se topa con una generación con consciencia y tecnología en sus manos que se han encargado de exponerlo y cuestionarlo. Seguramente no es el único señor que no se ha enterado de que sus acciones son reprobables por ser una de las formas de violencia contra las mujeres.