En el número uno del Paseo de la Reforma, se encuentra desde hace 76 años el edificio que alberga a la Lotería Nacional. En aquel tiempo, un edificio de 29 plantas (apenas 107 metros de altura) era considerado un rascacielos. De hecho durante un breve tiempo, el edificio diseñado por Manuel Ortiz Monasterio era el más alto de la ciudad. Este mismo arquitecto había construido en 1934 el edificio La Nacional, en la avenida Juárez. En aquel tiempo, por influencia estadunidense, el rascacielos era símbolo de modernidad. Sin embargo, en la Ciudad de México la construcción de edificios altos resultaba más complicada que en Chicago o Nueva York. La construcción se retrasó significativamente debido al exceso de agua en el manto freático del terreno, lo cual obligó al ingeniero José Antonio Cuevas a recurrir a sistemas de cimentación hasta entonces no utilizados en México. El edificio cuenta con varias plantas bajo rasantes que funcionan como un cajón compensatorio, además de pilotes hincados a mayor profundidad. Se puede decir que flota sobre las aguas subterráneas.
Durante aquellos años se utilizaban estructuras de acero, unidas con remaches y recubiertas con piedra o bien con piezas de concreto prefabricado. Esta tecnología era muy novedosa y atrajo la atención de los diarios que circulaban en la capital.
El fotógrafo Manuel Ramos (1874-1945) hizo un reportaje del edificio inconcluso a finales de los años treinta, que se convirtió en un registro muy valioso para la historia de la fotografía en nuestro país. Aunque su intención probablemente no era artística, creó una iconografía de una época donde el desarrollo tecnológico fue primordial en la agenda política nacional.
Tangente. Primer rascacielos de la CdMx
Al edificio de la Lotería Nacional, inaugurado en 1945, se le puso el mote del “Moro”, por su semejanza inicial con una tienda de campaña árabe (antes de construirse la torre), su construcción duró diez años y se considera el primer rascacielos de la Ciudad de México.