El espacio retratado en el cine se determina en primera instancia por la realidad construida y en segundo lugar por la fantasía de los realizadores. La relación entre ambos tipos de espacios y sus representaciones (los espacios físicos y las imágenes de ellos) es biunívoca, el uno influye sobre el otro y viceversa. Muchos arquitectos, como Peter Zumthor, afirman que se han inspirado en escenas fotografiadas para recrear o intentar producir ciertos tipos de atmósferas. Simultáneamente los directores de cine están siempre al corriente de las innovaciones en la arquitectura y las integran en la mayoría de sus producciones. Además de la innovación, el cinematógrafo de calidad, procura tomar en cuenta la historia de la arquitectura para incorporar las construcciones antiguas extraordinarias a su espectro de imágenes.
En muchas películas futuristas están presentes las referencias a arquitecturas y ciudades de imperios antiguos, como los romanos, los mayas o los egipcios. También hay un enorme imaginario medieval en toda la cinematografía caballeresca, que en ocasiones mezcla indiscriminadamente referencias incompatibles entre distintas culturas y épocas que no tuvieron relación real. La fantasía otorga licencia al artista para todo tipo de anacronismos y transculturaciones. La ciencia ficción permite a los realizadores cinematográficos el uso e interpretación de fenómenos naturales y culturales sin el necesario apego al rigor científico e histórico que tendría que tener si se presentara en un contexto académico.
Por estas razones es muy importante no confundir la realidad con la ficción y, por lo tanto, evitar utilizar referencias a las obras artísticas en las situaciones en las que no les corresponden.
(Tangente)
Doble efecto
El cineasta alemán Wim Wenders ha reflexionado y escrito sobre la relación entre el espacio y la fotografía. En su libro “La verdad de las imágenes”, habla del doble efecto que sucede entre el objeto y la cámara, que establecen una relación de dos vías.