A caballo regalado…

  • Desde mi rincón
  • Luis Augusto Montfort García

Laguna /

Todavía hoy no sé, ni cómo, ni cuándo, ni porqué, pero de repente ahí estaba, no era una fecha especial, era un día como cualquier otro y mi regalo simplemente llegó.

Era yo apenas un recién nacido y no sabía para que me podría servir, por momentos lo usaba para jugar, para comer o para entretenerme y para esas pocas y sencillas cosas que hacen los niños de esa edad, pero a veces sentía un extraño miedo de perderlo, entonces me asustaba y lloraba hasta que de algún modo sentía recuperarlo, cuando alguien me alimentaba, me hacia compañía o me reacomodaba, claro que en ese entonces no sabía yo que esos terrores eran propios de los recién nacidos: miedo al abandono, a la falta de alimento y a la falta de sustentación.

Al crecer poco a poco me di cuenta que los otros niños también tenían un regalo, comparaba el mío con el de ellos y a veces me entristecía que no fuera tan abundante o satisfactorio como me parecía ser el suyo, entonces comprendí que el regalo de cada quien era diferente.

Con la juventud floreció mi regalo, me sirvió para aprender a conocer más, a trabajar, a divertirme, a disfrutar y también a amar. 

Pero luego, con el paso de los años un día me di cuenta que mi regalo se empezó a deteriorar, ya no me daba las mismas satisfacciones, entonces me enojé y empecé a reclamar sin querer entender que ese regalo era la vida y que aunque es un regalo maravilloso, también es temporal.

Una mañana de otoño, me di cuenta que mi maravilloso regalo de vida se acercaba a su tercer tercio, sonreí al recordar aquello de que: “a caballo regalado no se le mira el diente” y pensé: ¿Que había hecho yo para merecer ese regalo? 

Entendí entonces que así como no hay dos regalos iguales, el propio es el único que tenemos y es bueno apreciarlo y agradecer por tenerlo, no importa las condiciones en las que nos encontremos, pues la única otra opción es perderlo.

La vida es un regalo de grandes posibilidades y las únicas que cuentan son las que se tienen mientras se está vivo, no, no es perfecto, pero no hay que reclamar, porque a caballo regalado, no se le mira el diente.

Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.