El caballo de Juan

  • Desde mi rincón
  • Luis Augusto Montfort García

Laguna /

Entre los viejos y populares cuentos de contenido valoral, hay uno de mi preferencia que narra las desiguales reacciones de Pablo y Juan, dos pequeños hermanos; Pablo exageradamente pesimista y Juan en extremo optimista. 

Una Navidad al recibir una bicicleta, Pablo se negaba a subir en ella diciendo que seguramente se iba a caer y a lastimar, mientras Juan, que había recibido sólo una caja con estiércol, correteaba alegre por toda la casa exclamando:

 “¡Me trajo un caballo, pero todavía no lo encuentro!”

Más allá de la simplicidad de esta narrativa por la que pudiera calificarse como trivial, el tema tiene a mi parecer más miga de la que a primera vista pudiera suponerse, sobre todo si consideramos como algo bien sabido, que la actitud positiva o negativa frente a las dificultades propias de la vida, resulta importante para sobrellevarlas o para resbalarse en la pendiente del desánimo o la tristeza, estados que como ya antes he apuntado, pueden ser antesala de la distimia o la depresión.

Pero dejando a un lado dichos extremos clínicos, así como factores genéticos o químicos, la forma como tomamos las cosas que suceden y nos suceden, puede ser en gran parte una decisión personal, sobre todo si nos damos cuenta cabal de cuál es nuestro estado de ánimo y cuál es la causa que lo provoca. 

Tener esa conciencia, nos ayuda a analizar la causa y saber si tenemos control sobre ella para avocarnos a corregirla, o si por el contrario no depende de nosotros, buscar entonces cómo adaptarnos.

El diccionario define optimismo como la “propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable” y para pesimismo, sólo cambia la última palabra por “desfavorable”. 

Ambos adjetivos nos hablan de posibilidades y la vida es un universo de éstas. 

Para explorarlas tenemos que subir a la bicicleta de Pablo, si acaso con un previo ejercicio del “quiero, puedo, debo”. 

O bien, aunque la pista sea sólo estiércol buscar un caballo que no existe, pues como todos sabemos que suele suceder, en esa búsqueda tal vez encontremos algunas otras cosas, tan o más valiosas que el caballo de Juan.

Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.