Hay en el ser humano la necesidad de explicarse todo aquello que lo asombra, y a falta de recursos técnicos o científicos como de los que hoy disponemos, en su afán de entender el mundo y el porqué los humanos somos como somos, los antiguos griegos recurrían a explicaciones simples en forma de mitos o cuentos, que al cabo de los siglos devinieron en un maravilloso acervo de sabiduría empírica llamado mitología.
Así, contaban que a la vera del camino Procusto ofrecía posada en su casa a los viajeros, a quienes proporcionaba una cama que resultaba muy corta, o demasiado larga para sus estaturas, por lo que para lograr que ajustaran, a unos les aserraba las piernas y la cabeza o a otros les descoyuntaba y los estiraba, (de ahí su nombre “procoustes” estirador).
Más allá de que relato suene absurdo o inverosímil, en su fondo se refiere al comportamiento de algunas personas que se obsesionan por “tener razón”, aun a costa de distorsionar el tema o falsear el razonamiento lógico, conducta patológica que la psicología moderna llama: Síndrome de Procusto.
Así, hoy el término “procustear” ha migrado a otras áreas del quehacer humano, aplicándose a situaciones cuando la rigidez de “las normas” se impone al razonamiento, como suele suceder en muchos inflexibles procesos burocráticos que con frecuencia más estorban que resuelven.
O bien en medicina y psiquiatría, al referirse a la intolerancia a la diferencia y al talento ajeno.
O en relaciones de pareja, a la necesidad patológica de uno por opacar o menospreciar al otro para revalorar su autoestima.
Así como también las matemáticas, la informática y el diseño, han adoptado “procustear” para definir ajustes forzados.
Observando el mundo en el que nos ha tocado vivir y sus violentos cambios, sería una verdadera miopía no percibir cómo éste síndrome de empecinarse por “tener la razón” ha cundido como un virus, sobre todo en algunos sectores sociales recién empoderados, lo que aunado a la exaltación de la personalidad y a un protagonismo delirante, arroja un diagnóstico social de pronóstico reservado.