…para que me entiendas Juana!”, completa el popular dicho con el que en una conversación, hacemos llegar un mensaje de manera indirecta a una tercera persona a quien no deseamos dirigirnos abiertamente, pero que consideramos importante reciba dicho mensaje, lo capte y lo comprenda.
Y sí, ciertamente la comunicación entre los seres humanos ha sido un importante factor para con el trabajo en equipo, lograr sobrevivir y prosperar como especie en un mundo hostil en el que disponíamos de muy pocas ventajas físicas.
No obstante su importancia, la comunicación efectiva suele enfrentar grandes obstáculos: diferencias de idioma, de cultura, de género, de religión o de la propia historia, entre otros, hacen difícil transmitir nuestros pensamientos, sin mencionar la parte emocional que puede ser un escollo insalvable cuando está “en contra”.
Tal vez por eso los antiguos griegos, sabedores de tantas verdades por observación y reflexión, incluyeron en su mitología la existencia de un dios mensajero:
Hermes, que con alas en sus sandalias representaba la comunicación entre los dioses del Olimpo, labor para la cual requería poseer tanto la elocuencia como la prudencia para ser convincente, por lo que representaba a los heraldos y los oradores; el conocimiento de los caminos y fronteras para orientarse, por lo que cuidaba tanto de viajeros como de ladrones; el don de la astucia y la palabra, por lo que personificaba a los comerciantes y los mentirosos; además de ser guía de quienes morían en su viaje al inframundo, lugar a donde como excepción Hermes entraba y salía a su antojo.
Pero sobre todo este dios de multiforme ingenio y astuto pensamiento, poseía el valioso don de La Interpretación, atributo que le permitía entender y comunicar cabalmente los mensajes entre los dioses y así apaciguar sus descomunales egos, caprichos y apetitos, para evitar que sus diferencias se tradujeran en grandes calamidades para los simples mortales, aunque al final de cuentas, ellos también padecieran la condena fatal e ineludible de una fuerza superior: El Destino o “Moiras”. ¡Te lo digo Chana…!