Kiss

  • Desde mi rincón
  • Luis Augusto Montfort García

Laguna /

Algo de mágico tienen las palabras pues con sólo leerlas o escucharlas, nuestra mente es capaz de construir imágenes simples o incluso ideas y hasta conceptos complejos. 

Todo esto a partir de lo que al fin de cuentas, si son escritas, son sólo manchas sobre un fondo contrastante y si son vocalizadas, son el resultado del sonido emitido por la vibración del aire a través de la laringe del que habla, la magia aparece cuando la inteligencia humana interpreta eso que se ve o se oye.

Así habrá sucedido en tu mente amable lector, al leer el breve título que preludia estas líneas. 

Cada quien de acuerdo a su edad, etapa, preferencias, historia personal, etc. lo habrá relacionado de forma distinta.

Algunos “chavorrucos” pensaran en un grupo musical de los 70s; 

En automático otros lo traducirán del inglés como “beso”, y al hacerlo acudirán a su mente todo tipo de evocaciones: 

Las y los románticos pensarán en su primer beso y quizá en la inocencia de sus años juveniles, los eróticos repasarán mentalmente la amplia gama de besos del amor eros, bautizados con distintos nombres según las modalidades, costumbres y países; Otros más, según su momento de vida, pensarán en el beso de Judas o en el último que le dieron a cierta persona que por deceso o por destino ya no está; Y otros más recordarán los nombres de canciones y películas con esa palabra involucrada en el título; y no faltará quien al recordar el popular conito de chocolate, tenga una evocación sensorial de su apetitoso aroma.

Otro uso pretende el término Kiss en esta entrega, como acrónimo de: “Keep it simple stupid”, que en el oficio del diseño dicta:

 (Hazlo estúpidamente simple), principio que puede ser sumamente valioso en cualquier otro campo del quehacer humano, inclusive si lo aplicamos a hacer más simple nuestro proyecto personal de vida, particularmente cuando como en estos tiempos, la autollamada “mercadotecnia irreverente”, (que no es otra cosa que publicidad fraudulenta y engañosa), se afana en convencernos de adquirir un montón de cosas inútiles que en realidad no necesitamos.

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