La cueva se sentía cada noche más fría y aunque era un buen refugio, Horg sabía que si no lograba encender fuego varios de los suyos morirían congelados antes del amanecer.
Por sexta ocasión golpeó el trozo de pedernal y esta vez la chispa cayó sobre la yerba seca.
De inmediato Horg sopló sobre las ramitas y pronto una fogata alumbró y entibió la caverna, también dio calor y mejoró el estado de ánimo del pequeño y frágil grupo de seres humanos, que bien podrían ser mis antepasados prehistóricos, o los tuyos.
Desde aquel entonces, calor, combustible y oxígeno han sido los elementos indispensables para sobrevivir y progresar: encender un auto, un foco, una máquina, un computador, o una nave espacial se inicia con una pequeñita pero poderosa chispa.
Creo que de alguna manera lo mismo sucede con las dificultades de la vida, luchar y vencer la adversidad (real o imaginaria) y la depresión que a veces esta nos genera, requiere de una chispa que solo cada persona puede originar desde lo más profundo de su alma, ahí donde reside esa fuerza interior que todos tenemos y que llamamos: Voluntad.
Al ¿cómo se puede prender esa chispa?, la psicología le llama: “Sentido de la vida”; la sociología le dice:
“Instinto de supervivencia”; la neurociencia lo ve como: un proceso neurológico; el místico lo busca en la contemplación meditativa; el vegano en la alimentación sana; el deportista en el ejercicio; el emprendedor en el trabajo y hasta el de espíritu bohemio en el arte y la sensibilidad estética.
Todos estos caminos son ciertos y funcionan o no según la esencia de cada persona, pero éstos son sólo recursos como el pedernal, la yerba o el aliento de Horg, que si bien están ahí, para que brote la chispa es preciso golpear las piedras, si no a la primera, como él a la cuarta o la sexta, porque ante la tribulación, la voluntad genera paciencia, la paciencia fortaleza y la fortaleza esperanza.
Vivir, cualesquiera que sean los tiempos, es luchar contra todo tipo de inviernos adversos, preparar las hierbas secas, golpear el pedernal, y como Horg, soplar cuando brote la chispa.