Que los humanos por instinto somos seres sociales es incuestionable, pero con frecuencia la cosa se complica al convivir unos con otros, sobre todo cuando bajo enamoramiento decidimos emparejarnos, porque ese suele ser un estado temporal de aturdimiento en que la realidad se distorsiona y vemos a las personas del modo que deseamos verlas y con frecuencia creemos haber encontrado nuestra “media naranja”.
“El amor es una empresa que inevitablemente va a la quiebra, donde por derecho manda quien ama menos”, decía sabiamente Miguel de Cervantes, frase que entre otras reflexiones hace pensar en la perpetua lucha de poderes entre toda unión de dos o más seres humanos.
Porque cuando las diferencias son mayores que las similitudes, el proceso de asimilación de creencias y costumbres entre dos personas, se vuelve desgastante física y mentalmente, lo que en no pocas ocasiones termina en separación con las consecuencias emocionales que dicha ruptura conlleva.
Pero como en casi todo en la vida, previo a llegar a esos extremos, a veces puede ser bueno primero entender a la “media naranja” con quien vivimos, como un individuo, es decir; una entidad bio-psico-social indivisible, con su propio y personalísimo temperamento, sus valores y su carácter, que conforman su personalidad y lo hacen único e intelectualmente diferente, del resto de los 8.3 mil millones de seres humanos que vivimos y respiramos sobre la tierra.
Si luego de este reconocimiento, aplicamos mas la corteza frontal (parte cerebral con que razonamos) y menos la primitiva amígdala (generadora de emociones), para comprender esta condición única tanto respecto de la pareja como de uno mismo, este discernimiento nos permitirá entonces analizar y conocer las similitudes, diferencias, intereses comunes y otros rasgos personales de uno y otro, para a partir de dicha claridad, poder evaluar si el proyecto de vida en común es o no viable.
Tanto para quienes ya están o para quienes piensan emparejarse, resulta bueno entender que la pareja siempre será dispareja, entenderlo así hace más fácil aceptar la diferencia.
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