Sacos de arena

  • Desde mi rincón
  • Luis Augusto Montfort García

Laguna /

Tal vez por nuestra pequeñez humana, sea por lo que desde tiempos inmemoriales tratamos de relacionarnos con la grandeza en cualquiera de sus formas, o con lo que suponemos que es la grandeza, sea esta el poder, la fama, la riqueza o cualquiera de esos espejismos que nos seducen y alelan al ver cómo los disfrutan algunos personajes.

Así, hemos inventado toda clase de expresiones categóricas que aplicamos a esas personas, para así acrecentar sus dimensiones y de pasada alimentar el mito y la admiración que de ellos creamos en nuestras mentes: 

El hombre más rico del mundo, el más fuerte, la más bella, el más inteligente, el más poderoso, etc.

Las palabras cobran vida cuando las “cerebramos”, basta con nombrar algo para que eso exista en nuestra mente, de ahí surgen nuevas palabras o neologismos que se van integrando al vocabulario y valores de quienes las usan y escuchan, con lo que riqueza, fortaleza, belleza, inteligencia y poder, se vuelven puntos de referencia para medir nuestro éxito o fracaso, olvidando que quizá el rasgo que más nos define es nuestra fragilidad e imperfección.

Pues resulta que hace pocos días, Joe Biden, de quien por momentos podría decirse: “el hombre más poderoso del mundo”, se tropezó con un saco de arena y aparatosamente se cayó frente a una multitud que con apuro se preguntaba si habría sufrido algún daño, no solo por su avanzada edad, sino por la importancia de su puesto.

Por fortuna no fue así, aunque ya de pié gracias a la ayuda de sus asistentes, el hombre no pudo evitar señalar el saco de arena, un gesto inconsciente y muy humano, (y de caídas yo sé más que Biden) como queriendo decir: “miren, me caí porque me tropecé, no fue por vejez ni por torpeza”. 

Reacción automática que su adiestramiento político pronto corrigió y recomponiéndose se fue a sentar estoicamente en su lugar, sin dejar traslucir gesto de dolor alguno, pues él debe seguir alimentando el mito y la admiración “, el hombre más poderoso del mundo” no puede mostrar debilidad ni dolor. 

Tarde o temprano todos tropezamos con un saco de arena y de caídas; ¡yo sé más que Biden!

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