Un viaje hacia el interior

  • Desde mi rincón
  • Luis Augusto Montfort García

Laguna /

Aunque son ya las seis de la mañana, la gran pelota cósmica en la que vivimos se ha inclinado tanto en su solsticio de invierno, que la luz del sol y el amanecer no aparecerán sino hasta pasadas las siete. 

Abandono esas consideraciones siderales y comienzo mi práctica diaria de ejercicio con giros de cabeza, pues dicen que estiramientos y giros deben ser cotidianos en toda rutina de gimnasia corporal.

Así lo cumplo mientras con cada giro, leves tronidos del cuello me recuerdan que ahí debajo hay un esqueleto qué, “malgre tout”, después de siete décadas aun funciona, lo que me hace pensar en el rol que en el ejercicio juegan el resto del relleno con el que estamos hechos, es decir; cerebro, corazón, intestino, hígado, pulmones, etc.

Inevitablemente esta reflexión me lleva a recordar la “interocepción”, neologismo relativamente recién acuñado en la neurociencia con el que expresan cómo las sensaciones provenientes de los órganos internos, envían señales al cerebro que a su vez las transforma en emociones.

En esas cavilaciones estoy cuando desde la radio escucho una mala noticia de esas hoy tan frecuentes y siento un nudo en el estomago, es el miedo pienso, miedo de que la fragilidad de la vida me toque a mí o a mis seres queridos, pero según la teoría interospectiva, la sensación que recibió el cerebro no era específicamente la de miedo sino solo una contracción de un órgano, el “bautizarla” como: “miedo”, se lo coloqué yo, conforme a mi propia historia y/o experiencias previas personales, idea que refuerza la teoría de que la plasticidad del cerebro responde de acuerdo a las palabras con que “bautizamos “ nuestras emociones.

En otras palabras, podríamos decir que de acuerdo a esa capacidad de auto-programarnos, podemos dejar de depender de nuestras emociones, o al menos podemos darle tiempo a nuestra corteza frontal para analizar y decidir antes de reaccionar.

En estos tiempos en que un 40% de la población padecerá en algún momento de depresión, no nos vendría mal aprender cómo realizar un viaje hacia el interior para no depender tanto de nuestras emociones.

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