Covid-19, pobreza y alimentación

  • Laguna Roja
  • Luis Manuel de la Cruz

Torreón, Coahuila /

Lavarse las manos con frecuencia y quedarse en casa son las dos recomendaciones básicas que las autoridades en el mundo ofrecen para retrasar los efectos de la pandemia por el covid-19. Sin embargo, para millones de mexicanos es imposible cumplir con esa disposición. 

Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en el 2018 casi 25 millones de mexicanos no contaban con servicios de agua potable o con acceso a la alimentación. Es decir, ahora uno de cada 5 mexicanos sale diariamente a buscar comida y agua para beber.

Con el conjunto de medidas incluidas en la Jornada Nacional de Sana Distancia un gran número de centros de trabajo, de estudios, esparcimiento o diversión, fueron cerrados privando a miles de familias de su sustento diario; miles de trabajadores han salido a la calle a solicitar el apoyo gubernamental o de la gente para poder llevar comida a casa. Con ello comprobamos que las calamidades atacan sobre todo a la parte más pobre de la población: Los eternos damnificados, de desastres naturales y de las crisis económicas.

Es claro que la pandemia ha generado la más importante coyuntura global desde la Segunda Guerra Mundial y parte importante de la población se ha dado cuenta que cultivar alimentos, acceder al agua potable, tener una vivienda digna y contar con servicios de salud son necesidades indispensables. De no ser garantizadas para todos, tarde o temprano la sociedad en su conjunto se ve afectada. Las condiciones de pobreza y hacinamiento son combustible para avivar la llama de la pandemia y no podemos estar el suficiente tiempo encerrados como para librarnos de ello.

Por otro lado el covid-19 y sus efectos nos deja en claro una serie de deficiencias en nuestro país, que afectan directamente a nuestra salud, es decir, un sistema sanitario endeble pero también igual de importante y limitado, un sistema alimentario precario donde la obesidad, diabetes y otras enfermedades se suman como factor de riesgo para los contagios, producto de una mala alimentación, resultado del abandono del campo mexicano en los últimos años, junto a la permisividad del Estado Mexicano en el consumo de alimentos chatarra.

Cada día vemos que desde el ámbito gubernamental y también desde iniciativas sociales, se reparten despensas para ayudar a aquellos que privados de ingresos no pueden poner comida en sus mesas, pero estas despensas solo duran algunos días y no resuelven la situación. Buscando soluciones diferentes movimientos campesinos han planteado el impulso a los huertos familiares replicando experiencias que han demostrado su éxito en muchas y muy variadas realidades.

El ser humano ha evolucionado a partir de su condición gregaria, socialmente descubrió la agricultura y sólo de manera colectiva y con pleno respeto a nuestra madre tierra superaremos esta crisis de salud pública que pone al descubierto la desigualdad social, realidad que no se debe soslayar cuando se pide la permanencia en el hogar.

@brigidomorazan


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