Su maestra de literatura a los doce años le enseñó el gusto por la poesía, tanto que a sus dieciocho Marianne Faithfull creyó que su destino era estudiar literatura en Oxford. Una fiesta se interpuso y ahí Andrew Oldhman, el primer mánager de los Rolling Stones, le dijo que debía dedicarse a cantante; de inmediato les encargó a Mick Jagger y Keith Richards una canción melancólica, ideal para ella: “As Tears Go By”. Entre los poemas que su maestra Mrs. Simpson le reveló estaba “The Lady of Shalott” de Tennyson, la historia de la dama que habita la is-
la de Shalott. Y un día pinta su barca con ese nombre y navega sola rumbo a Camelot, en efecto el sitio de las leyendas y personajes del rey Arturo. Algo maldito la persigue y llega muerta a su destino. Cuando le entregaron la canción Marianne Faithfull dijo: “La imagen que me vino a la mente fue de la dama de Shalott mirando dentro de su espejo y viendo pasar la vida. Una canción sobre una mujer que mira nostálgicamente hacia atrás”. La dama de Shalott a la una.
En 1969 Marianne Faithfull intentó suicidarse con una ingesta de 150 barbitúricos; despertó a los seis días de estar en coma. Fue como embarcarse hacia la muerte. La dama de Shalott a las dos.
La dama de Shalott a las tres. Durante su vida Marianne Faithfull sobrevivió a una infernal adicción a la heroína, un cáncer de mama, una hepatitis C y una infección tremenda por fractura de cadera. En febrero de 2021 el Covid-19 le hizo decir, estragada: “Ha sido la peor de mis batallas”. No le impidió grabar ese año un álbum (She Walks in Beauty) con once poemas que quiso desde jovencita. Los males y el tiempo la llenaron de arrugas hasta en la voz. Pero qué cosa: el último track del álbum —y, al fin, de su vida toda— es “The Lady of Shalott”. El poema termina con el caballero Lancelot y su decir de la muerta: “Tiene una cara adorable”. Ahora que murió podemos detener la cara de Marianne Faithfull ahí, en el espejo dentro del poema: a sus dieciocho años. Adorable.