Con todo ante Monterrey

Laguna /

Noche placentera el pasado domingo en el Estadio Corona. Muchos santistas habían olvidado esa sensación llamada ganar. 

No es exageración, porque los aficionados habían empezado a percibir las derrotas como algo habitual, normal, crónico. 

Lo peor que puede sucederle a alguien es que se acostumbre a lo malo, al sufrimiento. El paso del Santos en este torneo ha sido desgarrador. 

Por eso la victoria supo a gloria y todo el entorno del club se quitó un inmenso peso de encima. 

Los de Ortiz van mejorando poco a poco y, de la mano de su nuevo delantero estelar, tumbaron a un Atlas que no dista mucho en su andar al del Santos: igual de mal.

Pero el Santos, como bien declara su entrenador, ha tenido resultados injustos, derrotas inmerecidas y actuaciones buenas con resultados adversos. 

La mejoría se asomaba pero no terminaba por materializarse en resultados positivos. 

Pues bien, la recompensa tarde o temprano habría de llegar. Y llegó. Nunca he sido una persona religiosa, pero creo que bien cabe aquí la frase de que “los tiempos de Dios son perfectos”. 

Aspecto a resaltar, también, fue la buena entrada de la afición, que esta vez se dio cita para apoyar a su equipo desde el primer minuto. Esta vez no fue un estadio invadido por aficionados del equipo rival. 

No, fue una asistencia (sin llegar a ser excelente) aceptable pero con un público entregado. Digamos que, como hacía mucho tiempo no sucedía, equipo y afición fueron uno. Un binomio indivisible. 

Así debería ser siempre, pero el equipo le estaba quedando mucho a deber su afición.

La irrupción de Barticciotto ha sido de impacto inmediato. Este “mini” Vuoso se ha encargado de regresarle un poco de ilusión a la afición. Él debe ser titular siempre. 

Al igual que Jordan Carrillo, aunque Ortíz no termina de confiar al 100% en él. Carrillo debe iniciar sí o sí todos los partidos. 

En el futbol existe una máxima: es más difícil construir que destruir. Y Jordan sabe construir futbol, tanto en beneficio de él como del resto de sus compañeros y del equipo. 

Muchos futbolistas se vieron más sueltos, más atrevidos, con más confianza. Esa es una señal clara de mejoría.

El próximo domingo a las 20:00 horas el Santos visita al Monterrey, un equipo que, a pesar de tener a Sergio Ramos y a su gran plantel, no es la aplanadora que se supone debería ser. Monterrey es un equipo inestable y el Santos, con su mejoría, debe aprovechar eso. 

Hay que ir sin miedo a Monterrey y con el convencimiento de que partido a partido se ha ido progresando.

  • Luis Miguel Rodríguez Cruz
  • luismrdzcruz@gmail.com
  • Columnista en La Afición desde Enero del 2009. Egresado de la Licenciatura en Ciencias de la Información de Universidad La Salle Laguna, con Maestría en Educación por Universidad Interamericana para el Desarrollo.
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