Donde antes hubo fuego, ahora sólo quedan cenizas. Duele mucho.
Hay una imagen demoledora que circula en redes sociales, donde un santista se encuentra en la tribuna del TSM, solo y rodeado de cientos de asientos verdes vacíos.
Ese aficionado es uno de los pocos fieles que siguen yendo al estadio.
Pero decir de los pocos fieles es algo atrevido, porque estoy convencido que siguen existiendo muchísimos fieles, pero que simplemente se han casado de intentarlo, se han cansado y aburrido de vivir en carne propia una realidad lastimosa que a lo largo y ancho del país es tema de conversación.
Ya se está haciendo eco, incluso entre ex jugadores santistas que alcanzaron la gloria; tanto Oswaldo Sánchez, Jared Borgetti, Francisco Gabriel de Anda o Héctor “Pity” Altamirano, externaron algún mensaje de preocupación donde retrataban la actual realidad ineludible del equipos Santos.
Incluso también son muchos periodistas que se han visto sorprendidos por la debacle y deterioro del club Santos en los últimos años.
La situación tiene tal repercusión que hasta los que hacía mucho tiempo ni hacían al Santos en el mapa, ahora lo tienen como tema de conversación, pero porque extraña que ya no sea el de antes: alegre, protagonista contendiente, aspirante al título.
Todos se han dado cuenta de esta situación y es tema preocupante en sus distintos espacios deportivos.
Simplemente estoy retratando una realidad que todos notan y ya están señalando. Y en este escrito estoy comentando lo que se dice a nivel nacional.
Todos ven lo mismo: el Santos ha dejado de ser el Santos.
Hay sectores a quienes les repercute profundamente: hay aficionados que han acompañado al club desde su nacimiento, esos que han vivido absolutamente todas las glorias.
Ellos son los más heridos, porque el club representa parte importante de su vida.
Están vinculados al equipo. Pero lo que más me preocupa, por sobre todo, son los niños.
Los niños que en la actualidad están perdiendo interés por el futbol y el equipo tampoco ayuda a que recobren ese interés.
Desde que el Santos existe, a cada generación de niños le ha tocado vivir un campeonato.
Me incluyo, que viví en carne propia y en el viejo Corona aquel primer campeonato del Invierno 1996.
Pues bien, de ahí en adelante, cada nueva generación de niños ha podido ver al Santos campeón, porque cada 5 o 6 años el Santos levantaba el trofeo.
Y ahora, tiempo presente, hay una generación de niños que ya no verá al Santos campeón. Y quién sabe si de adultos lo lleguen a ver.