Bonhomía es afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento. Palabra, que nos llegó desde Francia por el siglo XII, combinación del sustantivo homme / hombre y el adjetivo bon / bueno, buen hombre u hombre de bien. La bonhomía es la sencillez unida con la bondad en el carácter y las maneras. Una virtud casi teologal que muy pocas personas ejercen o que a muy pocas personas se les puede aplicar este adjetivo con la característica de ser bueno, la bondad sin la cual no se puede vivir y no se puede ser feliz
Durante el trayecto de nuestra existencia podemos conseguir la bondad que asoma discretamente como la virtud más sólida. Sin embargo, muchos la pueden confundir con el llamado buenismo, ingenuidad o candidez, nada tiene que ver, no es un bobo la buena persona, aunque así a veces lo señalen o desean creer, la bondad es de un calado más profundo, es inteligente y desinteresada, nunca genera problemas, nace del amor.
Por contraste, cuando hablamos del bien, nos viene a la mente el mal, que siempre nos ha cautivado, el mal existe porque hay personas que hacen el mal, el mal no existe en abstracto, está asociado al rencor, la venganza y a una mala canalización de la frustración. Para establecer una relación humana profunda constructiva y nutritiva se requieren la bondad y la confianza. La amistad se forja con una elección, pero la confianza y la bondad, son obligatorias.
Para tener éxito en la vida, para ser un buen estudiante, un buen padre, un buen empresario, un buen fontanero, un buen político, un buen medico (en masculino o en femenino), antes hay que ser buena persona, no prospera ninguna idea, ningún proyecto, ningún movimiento, nada, sin bondad.
En los tiempos que corren, cada vez es más raro que una persona sea reconocida por los demás como alguien con las características de “buena mujer” “buen hombre”,o “buena persona”. En el proceso de construirnos a nosotros mismos, intentar ser nosotros mismos, construir relaciones, construir una familia, una comunidad… el paradigma de bonhomía es un reto complicado pero formidable, pues es todo un estilo de vida.
Sin embargo, ser “una persona de bien” no debería ser tan complicado, pues es seguramente lo que aprendimos cuando éramos pequeños, eso es lo que nos enseñaron en casa y en la escuela. a compartir, portarnos bien, dar las gracias, colaborar, ayudar a “echar una mano” a quien lo necesita, por eso resulta curioso que sea complicado ser una persona de bien, Habrá que rescatar al niño que fuimos y que aprendió a ser “buena gente” y no solo buenos a secas, ni ingenuos sino personas llenas de bondad en el corazón y sencillez en las maneras.luisrey.delgado@grupolala.com