Conexión Familiar

  • Para Reflexionar
  • Luis Rey Delgado García

Laguna /

La lealtad, la responsabilidad, la tolerancia, el disfrute, la bondad y el compromiso de no provocar dolor son rasgos positivos de la vida familiar los cuales nos enriquecen recíprocamente. 

Cuando las personas crecen juntas, hay dolor, tensión y lucha. 

Lo consideramos normal, pero necesitamos concentrarnos más en el modo de llevarnos bien.

Las diferencias entre las generaciones y los sexos se describen en polaridades: los padres explotan a los hijos, los adolescentes luchan contra los padres, las mujeres hablan con una voz distinta y de emociones y los hombres tienen formas extrañas de comunicarse. 

El maltrato a los hijos, el abuso sexual, la violencia familiar, la mujer golpeada, el abandono de los ancianos son todos síntomas de la mala marcha de las relaciones. 

Ayudemos a la familia a buscar alternativas. 

Asumamos la tolerancia en las diferencias y la aceptación de las limitaciones. 

En lugar de subrayar el poder y la debilidad (villano y víctima) enfoquemos la complementariedad y la construcción de acuerdos.

En estos tiempos se habla mucho de las “familias disfuncionales”, y muchas personas se consideran sobrevivientes heridos, pero la familia tiene recursos inexplorados de apoyo, amor y cuidado, y el bien de los muchos será también el bien de cada uno.

En el calor del conflicto en la familia se afirman reclamos contradictorios de sus personas agraviadas: “¡Siempre tratas de controlarme!”, “¡Sólo te preocupas de ti mismo!”, “¿Y yo?”. 

La lucha prevalece sobre las conexiones silenciosas que los convierten en una unidad, y asfixia la capacidad para la realización por medio de la cooperación. 

Estamos conectados entre nosotros pero por lo general no lo advertimos.

Hay que prestar atención a la conexión. En cuanto los miembros de las familias dejan de verse en la conducta frustrante de los otros y empiezan a verse vinculados entre sí, descubren opciones totalmente nuevas para relacionarse. 

Se descubren las pautas que los mantienen ligados y se dejan de tratar de cambiarse unos a otros y comienzan a aprender a vivir juntos. 

Reconocer que cada uno de los miembros de la familia es una parte significativa del todo les permite a los miembros de la familia ser ellos mismos al estar plenamente unidos.

No obstante la destructividad del poder abusivo, y que a veces el débil debe ser protegido y el cruel controlado (si es necesario por la fuerza) las familias, cuentan con variedad de recursos que tienen sus miembros y los modos como pueden cambiar, es decir, usar esos recursos de otra manera.

Esto significa aceptar las posibilidades y limitaciones de uno mismo y de los otros. Significa tolerar incertidumbres y diferencias. 

También significa esperanza: esperanza de nuevos modos de vivir juntos. 

Esta es el énfasis que nuestra sociedad necesita oír: la conexión del yo-y-tú, la persona en el contexto, responsable ante los otros y por los otros. 

Necesitamos el coraje de renunciar a la ilusión egoísta y aceptar las limitaciones para vivir en relación y cooperación en una sana y armoniosa conexión familiar.


luisrey1@prodigy.net.mx

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