No escuchamos

  • Para Reflexionar
  • Luis Rey Delgado García

Laguna /

Si escuchamos aprendemos. Sin embargo, nos cuesta mantener una escucha activa, somos buenos hablando y malos escuchando. 

Escuchar significa, en su primera acepción “prestar atención a lo que se oye” mientras que oír en su primera definición significa “percibir con el oído los sonidos”. 

Es decir, escuchar implica oír, escuchar se trata de oír e interpretar aquello que la persona está diciendo. 

Cuando una persona se dispone a escuchar lo hace de forma activa, hay una intencionalidad, que no sucede con solo oír. 

La persona que escucha lo hace de forma voluntaria e intencionada. Para oír es suficiente un oído sano y un sonido perceptible. 

Es común que cuando una persona habla, la que está enfrente se compare, (física, indumentaria, peinado, gestos…) Al compararse sucede que la atención hacia lo que dice la persona se diluye. A veces queremos adivinar lo que piensa o va a decir el otro. 

O nos escuchamos más a nosotros mismos preparando la réplica. Intentar formular una respuesta hace que la atención y la escucha desaparezcan. A veces seleccionamos aquello que queremos escuchar.

Habrá que ser conscientes de que nuestra opinión implica que, independientemente de lo que hable, la persona sea juzgada, etiquetada incluso antes de que empiece hablar. 

El hecho de hacer juicios de la persona que se tiene delante afecta la atención. 

Somos incapaces de escuchar más de tres minutos seguidos. Nos interesa más dar consejos que escuchar, sin embargo se agradece más la escucha que los consejos que no se piden. 

Al cambiar de tema, interrumpiendo el discurso del otro, damos a entender que lo que se escucha no interesa, es incómodo o inapropiado. 

Las personas que escuchan a otras y cambian de conversación llevan un tiempo sin escuchar. 

Y además es una falta de consideración y respeto. Finalmente, no escuchamos por el interés de agradar a la persona que está hablando y perdamos parte de lo que está diciendo. 

Cuanto más preocupados estamos por gustar, menos atención ponemos al discurso del otro. 

Que tristeza que en el mundo de nuestras relaciones humanas perdamos la capacidad y el interés por escucharnos, que nos escudemos en el semi anonimato de las redes sociales y que evitemos el encuentro y la conversación. 

No saber escuchar es una verdadera tragedia que impide un auténtico desarrollo humano.

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