Como si se tratara de una hoja que cae de un árbol después de haber cumplido con su misión, así llegó a mí nuevamente una frase del autor y entrenador de liderazgo ejecutivo estadunidense, Marshall Goldsmith: “Tu puesto laboral es temporal; por lo que vas a ser recordado es por el trato que le diste a los demás”.
Y al que cimbró este pequeño texto lleno de verdad es porque no recordó que en la vida, como bien nos dice el dicho, “a veces estamos arriba y otras abajo”; sin embargo, es a través de la empatía y la comunicación efectiva que debemos servir a los demás… siempre.
En épocas pasadas seguramente a ti también te tocó escuchar un lamentable “Y esto se va hacer porque aquí mando yo… porque yo soy el jefe”.
Aunque debo confesar que siempre he creído que quien tenga que recordarle a su personal a cargo quién es el jefe, es porque en realidad no se ha ganado el respeto de su gente.
Ayer tuve la oportunidad de ir a mi reunión de aprendizaje semanal con un gran amigo que es jefe de empresa; la semana pasada vino a comer a casa otra compañera de trabajo que se convirtió en mi amiga, y así puedo seguir…
¿Saben por qué? Porque todas las personas somos iguales y valemos lo mismo, porque todos merecemos ser escuchados no importa el puesto que tengamos, porque la educación perdura igual que la amistad.
No somos el puesto de trabajo que tenemos, somos los valores que nos inculcaron y el respeto que le damos a los demás. Somos las personas a las que les pudimos servir en el mejor momento de nuestras carreras.
Somos todo aquello positivo que se generó cuando estábamos al mando, somos las palabras de aliento, y el trabajo en equipo. Somos la sencillez, somos el caminar siempre a lado y jamás solo.
El puesto no nos define, esta es la lección que todavía algunas personas no aprenden pero, sin duda: creer que jamás necesitarás de alguien puede ser contraproducente.
No menosprecies a tus compañeros de trabajo, no dejes que la palabra “jefe” cambie tu forma de ser y entendamos que, al final de un puesto, aguardan personas maravillosas a las que se les quitará la etiqueta de compañeros de trabajo y muchas veces se les pondrá a otra que diga: “amigos”.