Siempre he pensado que el paso del tiempo tiene un efecto inevitable en nuestra personalidad. Y es que sin que nos demos cuenta, los años nos moldean, nos transforman, nos enfrentan a experiencias que jamás imaginamos y nos entregan lecciones que incluso a veces no buscábamos.
La vida, de una manera sabia, no nos da siempre lo que queremos, sino lo que necesitamos.
En este viaje, aprendemos que los cambios más significativos ocurren sin previo aviso; mientras crecemos, nuestras prioridades y pensamientos evolucionan.
Con el paso del tiempo, también entendemos que hay relaciones y personas que no suman en nuestro camino.
La vida siempre nos enseña, y aunque algunas despedidas duelen, con el tiempo comprendemos que nos liberan de cargas que ya no nos corresponden.
Al mirar atrás descubrimos que todo eso nos hizo más fuertes, nos llevó a cuestionarnos y a aprender quiénes somos realmente.
Un día entendemos que ya no nos gusta lo que antes nos entusiasmaba, que los límites que antes permitíamos han cambiado.
Ya no hay negociables, porque aprendemos a valorar nuestra paz.
Todo aquello que cargábamos, las expectativas y los ideales que ya no nos representan, se van desvaneciendo.
Decimos adiós a esa versión anterior de nosotros mismos, no con tristeza, sino con gratitud.
Hoy, somos quienes elegimos ser, más conscientes, más plenos, más en paz con nuestro presente.
Atrás queda lo que no funcionó, las batallas innecesarias, las exigencias que ya no forman parte de nuestra vida. Abrimos un nuevo camino con determinación y amor propio.
Finalmente, entendemos que lo más valioso que nos llevamos de esta vida no son las cosas, ni las expectativas cumplidas o incumplidas, sino los momentos que atesoramos, aquellos instantes de genuina conexión con nosotros mismos y con los demás. Ahí está la verdadera riqueza.
Por eso es fundamental hacer las paces con nuestro pasado, dejar atrás lo que ya no nos sirve y avanzar con la tranquilidad de saber que siempre estamos a tiempo de empezar de nuevo.
Así, despídete de lo que ya no eres con respeto y gratitud. Acepta el presente, construye una versión de ti mismo más fiel a lo que necesitas hoy y avanza sin miedo.
La vida siempre nos ofrece segundas oportunidades para estar bien, para vivir en paz. Al final, lo único que te llevas es el recuento de los grandes momentos: Hoy es el día ideal para empezar a crearlos.