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La ilusión del control: Aprender a soltar lo que nunca estuvo en nuestras manos

Tamaulipas /

¿Alguna vez te has sentido ansioso cuando las cosas no salen como las planeaste? ¿Te molesta que los demás no actúen como esperabas? ¿Sientes la necesidad de anticipar cada posible problema para asegurarte de que todo suceda como deseas? Si es así, es posible que estés atrapado en la ilusión del control, esa creencia persistente de que, con suficiente esfuerzo, podemos dirigir cada aspecto de nuestra vida y evitar lo inesperado. Pero, ¿qué pasa cuando la realidad nos demuestra lo contrario?

A muchos nos han enseñado desde pequeños que la planificación meticulosa y el esfuerzo constante son la clave del éxito. Y, si bien la disciplina y la organización son valiosas, cuando el deseo de control se convierte en una obsesión, terminamos cayendo en un ciclo de ansiedad, frustración y desgaste emocional.

Creemos que si pensamos en cada posible escenario, si tenemos un plan B, C o incluso D, lograremos evitar los imprevistos. Sin embargo la vida, en su naturaleza impredecible, nos recuerda una y otra vez que hay cosas que simplemente no dependen de nosotros. El comportamiento de los demás, las circunstancias externas, el paso del tiempo y el rumbo de ciertos acontecimientos están fuera de nuestro alcance, y aferrarnos a la idea de que podemos controlarlo todo solo nos lleva al agotamiento.

Cuando nos enfrentamos a situaciones que no salen como las habíamos imaginado, la frustración se convierte en nuestra compañera. Sentimos que el mundo nos traiciona, que nuestros esfuerzos han sido en vano y que nada sale como debería. Nos llenamos de enojo, de ansiedad y, en algunos casos, de una profunda sensación de impotencia. Nos volvemos rígidos, incapaces de aceptar que no siempre podemos tener el mando. Y es precisamente en ese momento cuando debemos preguntarnos: ¿vale la pena seguir luchando contra lo inevitable?

Aprender a soltar el control no significa rendirse ni resignarse, sino aceptar que no todo depende de nosotros y que la vida, con su caótico orden natural, puede sorprendernos de maneras que nunca imaginamos. Este sin duda es un ejercicio de humildad y confianza, un recordatorio de que hay una diferencia entre lo que podemos influir y lo que simplemente debemos aceptar. En lugar de angustiarnos por lo que escapa de nuestras manos, siempre podemos enfocarnos en lo que sí está en nuestro poder: nuestras acciones, nuestra actitud y la manera en que respondemos ante lo inesperado.

La investigadora y escritora Brené Brown, en su libro “Los dones de la imperfección”, nos habla sobre cómo el perfeccionismo y la necesidad de control nos impiden vivir plenamente. En sus textos Brown nos invita a abrazar la incertidumbre y a confiar en nuestra vulnerabilidad como un camino hacia la autenticidad. Y es que soltar el control nos libera de una carga invisible que llevamos sin darnos cuenta. Cómo bien dijo el filósofo Alan Watts: "El único modo de darle sentido al cambio es sumergirse en él, moverse con él y unirse al baile."

Cuando finalmente dejamos ir esa necesidad de control absoluto, algo curioso sucede: sentimos un alivio inesperado. Nos volvemos más flexibles, más abiertos a nuevas posibilidades y menos dominados por la ansiedad. Aprendemos a fluir con la vida en lugar de luchar contra ella. Así que la próxima vez que sientas esa urgencia de controlar cada detalle, hazte una pregunta: ¿qué pasaría si, por una vez, simplemente confío en el proceso?


  • Magda Bárcenas Castro
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