La salud primero, todo después

Tamaulipas /

El ritmo frenético de la vida moderna a menudo nos hace olvidar lo más esencial en la vida: nuestra salud. ¿Cómo es que lo sé? Lo aprendí de la manera más dura.

Una mañana desperté con un dolor extraño. Dormir boca abajo había sido una constante, pero ese dolor era persistente y decidí no ignorarlo más.

La primera consulta médica fue inquietante. Después de un examen físico la doctora, sin rodeos, me dijo exactamente lo que no quería escuchar y me envió a hacerme una mastografía de urgencia.

Escuchar que hay algo extraño en tu cuerpo y que es urgente hacer varios estudios para descartar cáncer es un momento que no le deseo a nadie.

Ahí se detiene el tiempo y no importa quién eres, ni tu trabajo, ni qué ocurrirá mañana. Estás ahí, sentada en una camilla frente a tu doctora, escuchando atentamente; es ahí donde tienes que hacer caso en todo lo que se indique y ser responsable de no perder tiempo, porque ninguna enfermedad perdona ni espera, solo avanza.

El mundo se desmorona a tu alrededor en esos instantes: Los compromisos laborales, los proyectos personales, todo queda en un segundo plano. Solo importa la salud.

El temor es abrumador. Ya no importa nada más que tener un poco más de tiempo.

Mi padre solía decirme que los verdaderos amigos se notan en dos momentos claves de nuestra vida: En la enfermedad y en los funerales.

Ayer que empecé a movilizarme para hacerme todos los estudios que me indicaron, me mostró en el camino a todas esas amigas, a mi red de contingencia, esas amigas vitamina que te reconfortan el alma:

La que me aconsejó, me abrazó y me sacó de donde me sentía mal y todas esas que llegaron después a mi casa sin avisar.

Esta experiencia me enseñó una lección invaluable. Vivimos como si fuéramos invencibles, postergando las revisiones médicas y priorizando otras responsabilidades solo porque “son más importantes”.

Sin embargo, los mejores resultados siempre se reflejan en aquellas personas que están al pendiente de su salud, las que se realizan exámenes anualmente, esas son las que tienen más probabilidades de recuperarse.

Adoptar buenos hábitos de prevención es esencial, anotar esa fecha de revisión, mantener una dieta equilibrada, ejercicio regular y chequeos médicos constantes son fundamentales: Dejar de lado la idea de que todo lo demás es más importante que nosotros mismos puede salvarnos la vida, pues si no nos atendemos a tiempo, todo cambiará para nuestra familia.

Escuchen las alertas que su cuerpo les da. La prevención es la mejor defensa contra cualquier enfermedad. No esperen a que sea demasiado tarde para actuar. Prioricen su bienestar.

Esta columna está dedicada a todas esas personas a quienes les detectaron alguna enfermedad, a los que se encuentran en un proceso de rehabilitación, a los que están en tratamiento y a los que se enfrentan contra alguna batalla para recuperar su salud: desde aquí les envío mucha fuerza.


  • Magda Bárcenas Castro
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