Desde el 2 de junio por la noche el tipo de cambio se empezó a mover negativamente y el peso llegó a perder frente al dólar casi 15%; en las semanas siguientes hemos visto una enorme volatilidad, de tal manera que nuestra moneda se ha acercado a 19 pesos por dólar, pero también regresó a 17.85, reflejando con ello la enorme incertidumbre que hay entre los inversionistas.
Vale la pena hacer algunas reflexiones: la primera es que el peso estaba muy revaluado debido a la enorme diferencia de tasas de interés entre nosotros y el resto de los países, lo cual favoreció la especulación para que los grandes inversionistas se fueran cortos en las monedas duras, dejando de percibir intereses de alrededor de 4.5% o menos, para invertir arriba de 11% el producto de los cortos, lo cual le ha arrojado a este tipo de inversionistas enormes utilidades.
Al considerar lo anterior (el peso que debía tener nuestra moneda en el periodo), era más realista un nivel de 18 que de 16.50, por lo cual el ver hoy a nuestra divisa en 18.50 hay que ubicarla donde debió estar.
El impulso de la devaluación fue motivado por aspectos de carácter político, lo que no le gustó a los mercados no fue la candidatura en sí misma, sino que un partido haya logrado la mayoría calificada prácticamente en las dos cámaras, y por definición los mercados rechazan que los gobiernos no tengan contrapesos.
Además, el Presidente fue responsable de generar más incertidumbre al enviar al Congreso su “plan C”, que implica 18 reformas a la Constitución, en las cuales se establece que la elección de jueces y magistrados sea por voto popular, mismo que obviamente tampoco le gusta a los inversionistas, y la razón de ello es que estos personajes deben ser los más preparados, los más honestos, los más inteligentes, personas equilibradas que no tengan posiciones radicales ni de izquierda ni de derecha y que conozcan plenamente la Constitución y todos sus recovecos.
Escoger a un ministro de la Corte no es como entrar a un concurso de popularidad ni de belleza o simpatía; el tipo de gente que se requiere debe tener una estatura diferente a lo que saldría con una votación popular, amén de que, cuando se vea la magnitud de nombramientos entre jueces y magistrados que se tienen que llevar a cabo, no hay procedimientos que garanticen transparencia con ese tipo de procesos.
En segundo lugar, hay otros eventos que pueden afectar nuestra moneda y que están próximos; estoy pensando en las elecciones en EU, donde es posible que Donald Trump nos vuelva a usar como piñata y nos amenace si no cumplimos con sus deseos sobre la migración de mexicanos y centroamericanos a EU.
Por si esto fuera poco, también será difícil sacar un presupuesto para 2025, toda vez que por haber subido el endeudamiento y el déficit fiscal, el nuevo gobierno tendrá finanzas públicas muy apretadas.
Por último, entre octubre y noviembre sabremos la opinión de las calificadoras sobre la calidad de la deuda mexicana; aquí resaltan temas a los que no se les ha dado solución: el principal es la situación financiera de Pemex.