El pasado domingo 19 de abril se conmemoró el día mundial de la bicicleta con motivo de la peculiar pedaleada que hiciera hace 77 años atrás el científico sueco Albert Hofmann, bajo los efectos de la droga LSD.
Aunque cabe mencionar que no es el único día en el que se conmemora a la bicicleta, pues la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 3 de junio como su celebración oficial, quise aprovechar la fecha en la que tradicionalmente se solemniza, para hablar del impacto e impulso que ha tenido o mejor dicho, que sigue teniendo- como medio de transporte a partir de la pandemia, pues se ha convertido en una aliada de distintos gobiernos a nivel internacional para hacerle frente al coronavirus, desde la movilidad.
A lo largo del tiempo, la bicicleta ha sido pieza clave, no solo para el desplazamiento del ser humano, sino también en el desarrollo de movimientos sociales, como el empoderamiento femenino y la revolución manufacturera, por mencionar algunos.
Sus beneficios económicos, ambientales y sociales, son muchos y es por eso que hoy que atravesamos por esta crisis sanitaria, países como Colombia, Alemania, Francia, Portugal, e incluso México, se encuentran impulsando su uso entre la sociedad.
Desde la creación de carriles temporales y la ampliación de los ya existentes, hasta programas de préstamo de bicicletas, han sido las principales acciones implementadas por estos países para que las personas que necesitan continuar saliendo, se puedan mover de manera segura, respetando las indicaciones de distancia física sin poner en riesgo su salud y la de los demás.
Ya que la bicicleta no solo ayuda a evitar la propagación de virus como la gripe (según datos de un estudio publicado por la PubMed Central), sino que también ayuda a mejorar las defensas (de acuerdo con datos de un estudio realizado por la Universidad de Birmingham, el ciclismo puede ralentizar los efectos del envejecimiento y rejuvenecer el sistema inmunitario), sin dejar de lado los beneficios que puede llegar a tener en el medio ambiente.
Este escenario en el que nos encontramos, no solo se ha dado por lo benéfica que es la bicicleta para la sociedad, sino también por la disminución de los vehículos privados en las calles a causa de las restricciones de movilidad para evitar los contagios, lo cual ha puesto en evidencia las deficiencias de los sistemas de movilidad de las ciudades, los cuales se nos muestran cada vez más contaminantes y desiguales.
Pero también nos otorga la oportunidad de reivindicar el camino hacia la construcción de ciudades más seguras, sustentables y, sobre todo, pensadas para todas las personas, donde los medios de transporte no motorizados como la bicicleta tengan la prioridad que merecen y necesitan, a través de infraestructura y los espacios pensados para ello.
Este es un buen momento para aprovechar las circunstancias y exigir a nuestros gobiernos más y mejores políticas y acciones que impulsen el uso de la bicicleta, pues no cabe ninguna duda que es nuestra mejor aliada para movernos seguras y seguros por nuestras ciudades, sin repercutir negativamente en el medio ambiente.