hace algunos meses atrás, les había platicado acerca de otra de las deudas que tenía México para con todas las mujeres del país, al rechazar en la Cámara de Diputados hace casi un año, la iniciativa para eliminar el IVA de los productos de higiene menstrual, a fin de que las mujeres con menores posibilidades adquisitivas, pudieran acceder a ellos a un menor costo.
No obstante, la respuesta por parte de los legisladores fue la de no querer dejar de beneficiar a unos cuantos, argumentando que se estaba hablando de pérdidas de cerca de tres mil millones y medio de pesos que se fiscalizan en torno a este tema, como si el dinero fuera más importante que el trabajar para eliminar una de las tantas discriminaciones que vivimos las mujeres.
Sin embargo, a casi un año de lo sucedido en San Lázaro, en Tamaulipas se aprobó la Ley Menstruación Digna, con la cual se busca dar acceso gratuito a productos de higiene menstrual en las escuelas del Estado.
Lo anterior ocurrió el pasado miércoles 29 de septiembre en la última sesión de la sexagésima cuarta legislatura, en el Congreso del Estado de Tamaulipas, después de haberse votado la iniciativa promovida por la organización Menstruación Digna México.
Hasta este punto, tal vez muchas y muchos se pregunten qué tiene de relevante este tema como para haberse creado todo un movimiento que busca dignificar a nivel nacional, un proceso tan natural, pero tan satanizado como lo es la menstruación.
En primer lugar, centrémonos en las desigualdades y la pobreza, problemáticas que nos atraviesan principalmente a las mujeres, ya que alrededor de 24.4 millones de nosotras, se encuentran en situación de pobreza (eso sin contar que los salarios para las mujeres son mucho menores que los de los hombres y que las actividades domésticas, en la gran mayoría de los casos, no son remuneradas, ni valoradas).
Ahora, ante este escenario, imagínense tener que gastar anualmente el 8% del ingreso mensual familiar (en familias en situación de pobreza, conformadas en promedio por al menos dos mujeres que menstrúan).
Pero no todo tiene que ver con el dinero, al hablar de dignificar la menstruación, también se busca visibilizar las demás carencias a las que se enfrentan muchas de nosotras: falta de agua (este problema obliga a una gran mayoría de mujeres a recurrir al uso de toallas y/o tampones), discriminación, violencia, etc.
Y, como lo dije en un principio, a la satanización de un proceso que todos debiéramos de ver como lo que es: un proceso físico natural de los cuerpos de las mujeres, al que muchas terminamos viendo y viviéndolo con horror, por todas las burlas, el acoso y la violencia que la sociedad misma genera en torno a este (sobre todo en las escuelas).
Por eso, hablar de que en las instituciones educativas de Tamaulipas, las niñas y jóvenes tendrán acceso a productos de higiene menstrual, es hablar de un logro sumamente importante, pues no solo ayudará a que ellas vivan dicho proceso de una forma más saludable, sino que las acerca de hacerlo como debe de ser: con menores brechas de desigualdad.
Ojalá todas podamos vivirlo con respeto, informadas y sin violencias. ¡Que ese sea el siguiente paso!