Hace días la indignación volvió a cobrar vida en las mexicanas, al enterarnos de los feminicidios de Diana y de Leonila, dos mujeres asesinadas en el estado de Nayarit al interior de sus hogares, mientras se encontraban en confinamiento.
Sé que ya había abordado el tema en otras ocasiones, pero no me cansaré de hablar de esto hasta que se visibilice que a las mujeres nos asesinan por razones de género. Que la violencia hacia nosotras existe y que las causas son muy distintas a los homicidios que también se perpetran a diario en nuestro país.
Y aunque no está de más decir que la vida de todos es igual de importante, también es necesario que en México hablemos de la otra pandemia que arrebata más de 11 vidas a diario: de niñas, jóvenes y adultas mayores, la violencia de género no discrimina edad, raza ni condición. Nos mata a todas por igual y digo nos mata, porque una parte de todas las que seguimos con vida, se ha ido con cada mujer que ha sido asesinada.
Porque así como a las que ya no están, les arrebataron sus sueños y anhelos, a todas las que seguimos aquí nos han arrebatado las ganas de salir al exterior, de caminar solas, de vestir como queramos, de salir sin miedo a realizar nuestras actividades cotidianas. Con cada mujer asesinada se va una parte de nuestra esperanza por vivir en un México seguro para todos.
Pues a pesar de estar en confinamiento, esta pandemia se ha mostrado más letal que el mismo coronavirus, arrebatándonos violentamente a más de 210 mujeres (cifra registrada del 16 de marzo al 14 de abril) sin importar hora ni lugar.
A pesar de ello, el Presidente no se ha cansado de burlarse y atentar contra nosotras, al negar la realidad en reiteradas ocasiones, al asegurar que tanto las llamadas de auxilio (las cuales van en aumento cada mes), como los feminicidios son falsas y cosas sin importancia, respectivamente.
Prefiere utilizar su tiempo, esfuerzos y discursos para impulsar proyectos que atentarán contra el medio ambiente y comunidades indígenas, o rifas absurdas, que tomar verdaderamente las riendas del país y trabajar en mejorar la seguridad de todos.
Es por eso que aprovecho este espacio para hacerle frente a su escepticismo (y al de muchos otros mexicanos, e incluso mexicanas) y demostrarle con cifras que nosotras tenemos otros datos que demuestran que está equivocado y es urgente accionar para detener la violencia que miles de mujeres sufren aún durante el confinamiento.
Tan solo en los meses de marzo y abril, se registraron más de 47 mil llamadas de auxilio, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Mientras que en Google Trends se registró un alza en el interés de la población en conocer protocolos e información sobre llamadas de emergencia por violencia doméstica.
Alrededor de 783 mujeres denunciando cada día que viven con el enemigo en casa. Que son violentadas al interior de sus hogares, el lugar que debería ser el más seguro para todos, pero que a raíz de la pandemia ha pasado a ser uno de los escenarios más peligroso para nosotras las mujeres.
Urge que estos datos se transformen en la base y justificación de políticas públicas y acciones que vayan encaminadas a erradicar la pandemia que está acabando con nosotras.