Desde hace un par de semanas se han estado compartiendo diversas noticias en redes sociales acerca de las acciones que los diferentes gobiernos locales han decidido llevar a cabo para hacerle frente a la pandemia en el país.
Entre ellas se encuentra la creación de infraestructura urbana emergente, desarrollada con el fin de que los ciudadanos puedan cumplir con las recomendaciones de sana distancia mientras se transportan por la ciudad, priorizando los medios de la movilidad activa: caminar, la bicicleta y el transporte público.
Urbes como Zapopan, Ciudad de México, Guadalajara, San Luis Potosí, Puebla y Culiacán, han logrado generar avances en la materia durante la pandemia, al buscar proporcionar las condiciones necesarias para que la población de sus ciudades continúe realizando sus actividades cotidianas sin arriesgar su salud ni la de los demás.
Sin embargo, el avance en el impulso y promoción de los derechos de los usuarios que por años han sido vulnerados en el espacio público (peatones y ciclistas, principalmente), ha generado reacciones contrarias por parte de representantes de ciertos usuarios y sectores que aparentemente se ven amenazados ante estos cambios.
Teniendo como resultado manifestaciones violentas y sin sentido basadas en el desacuerdo y la negación de que las personas ganemos el espacio que nos corresponde y que por décadas se nos fue negado.
Esto último se puede comprobar si revisamos en qué y cómo se destina la mayor parte del gasto público en materia de movilidad en el país, donde queda evidenciado que los automovilistas han sido los más beneficiados respecto al tema.
Pero, también se evidencia la urgencia de fomentar los medios de transporte más sustentables en todas las ciudades mexicanas, sobre todo durante la crisis sanitaria, económica y social por la que estamos atravesando.
Es por eso que aprovecho este espacio para hacerle un llamado a quienes se oponen a la creación de ciclovías (y de paso también a quienes se oponen a la ampliación de los espacios peatonales) y decirles que la infraestructura ciclista, lejos de atentar contra los “derechos” de los demás usuarios del espacio público, generan mayor seguridad vial y coadyuvan en el mejoramiento de la salud, pues quienes se mueven en bicicleta no contaminan el aire de nuestras ciudades el cual, cabe mencionar, ha jugado un papel clave durante esta y otras pandemias.
Tampoco debemos olvidar que las calles surgen para mover personas y bienes de un lugar a otro y que con base en esa verdad es que se debe reconsiderar el cómo se planean y construyen nuestras ciudades, pues somos nosotras las personas y no un medio determinado en sí, lo que de verdad importa.
Así que no, el crear más ciclovías y ganar espacio para la gente no significa atentar contra los “derechos” de nadie, simplemente se busca ganar más espacio para quienes se trasladan por la ciudad en los medios más amigables con el medio ambiente, pues es a ellos a quienes se les debe dar prioridad tal como lo indica la Pirámide de la Jerarquía de la Movilidad.
Por eso los invito a decirle sí a las ciclovías y sobre todo a respetar a quienes deciden moverse en bicicleta aun cuando nuestras ciudades no han sabido otorgarles la seguridad que se merecen.