Soñar no empobrece

tampico /

Hace tiempo una persona conocida me dijo que era demasiado idealista, que soñaba y anhelaba cosas que difícilmente se podrían cumplir respecto a la causa que impulso desde mi activismo.

Lejos de ofenderme, sabía que hasta cierto punto era entendible que, cuando uno busca aportar a la solución de un problema social se topa con miles de obstáculos que vuelven mas difícil de transitar el trayecto, incluso, la mayoría de los problemas sociales son tan complejos que quizá nunca se resuelvan.

Y que posiblemente era por este motivo que la persona llegaba a la conclusión de que, el que yo busque coadyuvar a una causa con el ahínco en que lo hago, aún sabiendo que el problema podría jamás resolverse, me convierte en idealista.

A decir verdad no me molesta y nunca lo hará el que alguien me llame así, prefiero considerarme una idealista y soñar con un mundo mejor para todas y todos (y que esos sueños me impulsen a mí y a otros a caminar para apoyar su alcance), en lugar de que me consideren conformista o una persona que prefiere ignorar los problemas que aquejan su entorno por comodidad o temor del qué dirán.

De hecho creo que ese "idealismo" me ha ayudado a encontrar en el camino a otros y otras que comparten mis ideales y hacen más llevadero el transitar hacia la meta; lo mejor es que la mayoría de ellos también reconocen que lo que buscamos quizá nunca se logre concretar o hacerlo del todo, pero como diría Galeano, la utopía nos sirve para caminar.

Y eso es lo que he intentado a través de este espacio proporcionado por Milenio en estos dos años (casi tres): motivarles, que los anhelos y sueños que expongo en mis textos, trasciendan y lleguen a ser compartidos con quienes me permiten llegar hasta ellos mediante la lectura de mis letras.

Sea la causa que sea, lograr ciudades caminables, la equidad, la protección animal, o el cuidado del medio ambiente, todas y cada una de ellas necesita de manos que ayuden a luchar por mejorar el mundo desde la trinchera en la que se encuentren.

Es por eso que, en vísperas de año nuevo, una fecha en la que todas y todos nos volvemos más concientes de nuestros sueños y anhelos y los convertimos en 12 deseos -como dicta la tradición-, hoy les pido que hagan un esfuerzo para que una parte de ellos (aunque sea una pequeñita) vayan dirigidos a pensar en colectivo, en el bienestar del otro, de quienes menos tienen.

Y que el próximo año que se avecina, sea una época en la que puedan sumarse con acciones a hacerlos realidad.

Tal vez pido mucho, o tal vez no, tal vez es lo que deberíamos plantearnos todo el año, todos los años y así podríamos vivir en un mundo menos caótico y violento.

Al fin y al cabo, soñar no empobrece. Les deseo a todas y todos felices fiestas y que este tiempo de celebración sea de gran bendición para ustedes y sus seres queridos.

  • Marcela Brown
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