El presidente tiene razón: El populismo es una amenaza que hay que conjurar. Sin embargo, para combatir un mal -lo debería saber– es necesario atacar las causas y no las consecuencias. Por eso es necesario comprender cuáles son las condiciones sociales, políticas y económicas que hacen posible esa manera irresponsable de gobernar.
La historia nos demuestra que no hay mejor caldo de cultivo para el populismo que la ausencia de prosperidad para las mayorías.
Por tanto, no hay mejor manera de combatirlo que creando las condiciones para acrecentar la calidad de vida de las personas a través de la atracción y consolidación de inversiones productivas que ofrezcan fuentes de empleo suficientes y bien remuneradas.
Pero también, mediante obras y servicios públicos dignos, producto de una gestión del erario ejemplar, profundamente honesta y transparente.
La pregunta parece obvia: Si tanto teme Peña Nieto al populismo –e insisto, con razón– ¿Por qué en lugar de contribuir con sus decisiones a suprimir las condiciones que favorecen el surgimiento de los populismos, se muestra afanado en crearlas?No sólo es el lamentable desempeño de la economía, que pese a las reformas estructurales simplemente no despega.
Es la corrupción; el manejo irresponsable del gasto público; la aplicación discrecional de la ley y la utilización de las instituciones para favorecer sus intereses facciosos. Todos esos vicios y malas prácticas del poder se articulan para empeorar la situación de los mexicanos y hacer crecer la tentación populista.
En política no hay coincidencias. Si de manera sistemática se combate la posibilidad de que prosperen las mayorías, es porque así le conviene al presidente y a su partido.
¿Qué pasaría si disminuyera de forma importante el número de pobres en el país?, ¿qué ocurriría si los niveles educativo, de salud y de acceso a la justicia se incrementaran de forma sensible? Que el PRI perdería su clientela, esa que mantiene cautiva con, lo adivinó, ¡prácticas populistas!Los coahuilenses lo sabemos a la perfección: El “gobierno de la gente” llenó a la población de dádivas, regalos, verbenas populares y demás, producto de un derroche irresponsable y corrupto de los recursos públicos que tendrá al estado endeudado, al menos, los próximos 30 años. Así se maneja el PRI.
Baste ver el incremento que ha tenido la deuda pública estos tres primeros años de gobierno y verá que, de una u otra forma, nos están repitiendo la receta.Ese es el populismo de Peña. ¿Con qué cara sale a alertarnos contra un mal que él mismo representa?
Tuiter: @marcelotorresc